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22/9/17 15:12

Cultivos de cobertura: su integración con los sistemas de producción

“Hay que hablar con el suelo para aumentar su vida. Alimentemos el suelo, no a la planta”, sentenció el especialista brasilero Ademir Calegari en Kairós. Un panel imperdible.

 

Reconocidos ingenieros agrónomos de Brasil y Uruguay participaron del XXV Congreso de Aapresid "Kairós, el tiempo de los nativos sustentables", ofreciendo importantes conceptos en el panel "Integrando los cultivos de cobertura a los sistemas de producción".

En un interesante intercambio de experiencias con el auditorio,  Juan Díaz (Uruguay) y Ademir Calegari (Brasil) analizaron los múltiples beneficios que brindan las coberturas y las variedades que se adaptan a los distintos tipos de suelos y climas de cada región.

Juan Díaz, se valió de un gráfico para mostrar el crecimiento de la soja en los campos de su país en la última década y afirmó que esa expansión derivó en un cambio en los sistemas de producción, con fuerte penetración de la siembra directa (SD).

"Hoy ese método es una realidad dada y no se discute su esencia, algo que no ocurre en otros países”, apuntó, y reconoció que los transgénicos y los precios fueron dos factores clave en ese auge. “Teníamos rotación de cultivo con pastura en labranza tradicional muy impuesta y pasamos de la nada a 1.500.000 toneladas en muy poco tiempo”, mencionó. Tras destacar el predominio de la soja sobre otros cultivos, dijo que a comienzos de la década pasada había más cultivos de invierno, y que hoy en verano existe el doble. “En verano usamos entonces los cultivos de renta y en invierno los de servicios”, explicó, y dijo que en Uruguay la ventana es la soja, con una cosecha que va desde abril hasta mediados de septiembre. “El porcentaje del área de verano que queda sin sembrar es del 80 por ciento. En soja pasamos de un 30 y bajamos a un 18 % que no tiene cobertura”, agregó.

En cuanto a los cultivos de servicios (o de cobertura), dijo que los predominantes son el ray grass y la avena, y que el desafío está en aumentar el porcentaje de otras variedades para proteger a los suelos de la erosión, que es el principal obstáculo que encuentran en el país oriental.

En ese sentido destacó que, aunque no son de renta, los cultivos de servicios tienen múltiples beneficios en la rotación por captura de nutrientes, protección de la erosión, aumento entrada de carbono y nitrógeno, reducción de compactación, incrementar la infiltración de agua. Asimismo senaló que su contribución al control de malezas es otro rol de interés.

El ideal del cultivo de servicio en Uruguay es –según dijo- el de crecimiento invernal y con fuerte producción de raíces. “Al ray grass hay que pensarlo en ciclos más largos para que cuando este en estado vegetativo”, acotó. Y siguió con otras especies: “La avena crece en invierno y es una muy buena opción porque se instala al voleo. Asimismo son válidas las leguminosas anuales, aunque son más erráticas en su instalación”. En cuanto al pastoreo recomendó hacerlo con cuidado por el riesgo de compactación que supone. “Hay que hacerlo con bajas cargas y circunstancialmente”.

A su turno, Ademir Calegari (especialista en la conservación de los suelos de la Universidad de Londrina, Brasil) desplegó todo su histrionismo y su poder de persuasión para promover la biodiversidad y la agricultura de conservación utilizando un mix de especies.

En un breve repaso por la situación de los campos de Brasil, remarcó que hasta los anos 70 y 80 predominaba la pérdida de atributos físicos, químicos y biológicos de los suelos y que, en forma paulatina se fue pasando del laboreo a la siembra directa (SD).

Según precisó, actualmente Brasil cuenta con 31 millones de hectáreas bajo el sistema de SD. Sin embargo, Calegari advirtió que pese a las mejoras obtenidas, aún existen desafíos para optimizar los resultados tanto en materia de rinde como de preservación del suelo y el cuidado del medioambiente. “Ahora no estamos en el cielo con la siembra directa: Tenemos que saber cómo erradicar problemas como los suelos ácidos y la degradación orgánica de carbono. Y por sobre todas las cosas tenemos que desarrollar biodiversidad”, advirtió.

Al respecto consideró que el productor debe seguir los principios de la siembra directa con el foco puesto en la calidad, y que para eso es indispensable contar con un diagnóstico preciso de los atributos del suelo. “Esas son cosas que no solo estarán vinculadas a la productividad sino que también determinarán la calidad del alimento que producimos, del suelo y de la vida de la gente”, acotó.

Tras lo dicho, afirmó que es necesario comprender que las condiciones propicias para un cultivo varían con cada especie y con cada ambiente. Al momento de recomendar a la audiencia qué cobertura utilizar, Calegari no dudó en asegurar que la mejor opción, de acuerdo a su experiencia, es un cóctel, una melange de especies que internacionalmente se conoce como mixing cover crops.

No obstante advirtió que antes de elegir hay que analizar minuciosamente qué le falta al suelo, qué le sobra y qué enfermedades se presentan. “Eso determinará el tipo de cobertura que necesitamos”, sentenció. Como ejemplo, mencionó un experimento realizado en la región de Mato Grosso, donde se analizó la evolución de lotes trabajados con una mixtura de hasta 8 especies (girasol, nabo forrajero, centeno, mijo, crotalaria, o garbanzo; entre otras) por más de 20 anos.

“En una mezcla, cada especie hace su aporte, sea en azufre, en potasio, o en lo que entendamos que necesita nuestro suelo”, afirmó. Por último reiteró la importancia de aumentar la presencia de microorganismos como las “micorrizas” o las lombrices para aumentar la calidad del suelo y la calidad de la producción.

“Hay que hablar con el suelo para aumentar su vida. Alimentemos el suelo, no a la planta”, concluyó.

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