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27/9/13 11:56

Maíz: fertilización eficiente, rendimiento conveniente.

Respuestas importantes a nitrógeno, fósforo y a azufre, en planteos de alto potencial, hacen indiscutible la decisión de fertilizar maíz.

Enfoque integral y planificación de la fertilización

El manejo nutricional es uno de los pilares fundamentales para optimizar el resultado de los sistemas de explotación de maíz en la Región Pampeana. Sin embargo, a nivel de establecimiento agropecuario, la fertilización representa una tecnología más que debe ser integrada dentro del proceso de producción. Por ello, para que la utilización de herramienta impacte favorablemente en los resultados técnico-económicos de la Empresa, es fundamental que exista un proceso de planificación y programación de la producción, dentro del cual se deberá definir un plan de fertilización.

Es muy importante que las estrategias de fertilización se definan a nivel de lote al igual que se hace, por ejemplo, con la elección de los híbridos utilizados y/o o el manejo de herbicidas. Cada lote posee características intrínsecas provenientes de la interacción compleja del tipo de suelo, antecedentes (historia agrícola, cultivos antecesores, manejo de labores, etc.) y el efecto del clima local.

Asimismo, la unidad de producción no debería ser el cultivo sino la rotación en su conjunto. Dentro de este esquema, el rendimiento esperado es el factor determinante de todo el programa de fertilización. 


Manejo de la fertilización fosfatada

maiz

A diferencia de lo que ocurre con el nitrógeno, al abordar la fertilización fosfatada en maíz hay que considerar que el funcionamiento del fósforo (P) en el sistema suelo-planta es totalmente diferente al del nitrógeno. Desde el punto de vista del manejo nutricional, el principal aspecto a considerar es su baja movilidad en el suelo, lo hace principalmente por difusión, y la presencia de retención específica de los fosfatos en las arcillas, cuya magnitud depende de la cantidad y mineralogía de esta fracción. Por otro lado, el pH es un factor que impacta considerablemente sobre la disponibilidad de fósforo. La mayor disponibilidad ocurre con pH´s entre 5.5 y 6.5, mientras que valores fuera de este rango su concertación en la solución del suelo se reduce significativamente.

La determinación de la dosis de fósforo aplicada dependerá principalmente del nivel de disponibilidad y secundariamente de otros factores, como potencial de rendimiento, aplicación para otros cultivos de la rotación, colocación en bandas o voleo, fitotoxicidad de la mezcla que contenga el fertilizante fosfatado, etc. En la Tabla 1 se presentan dosis orientativas de P según nivel del nutriente en el suelo y niveles de producción medias. fertilización fosfatada en maíz hay que considerar que el funcionamiento del fósforo (P) en el sistema suelo-planta es totalmente diferente al del nitrógeno. Desde el punto de vista del manejo nutricional, el principal aspecto a considerar es su baja movilidad en el suelo, lo hace principalmente por difusión, y la presencia de retención específica de los fosfatos en las arcillas, cuya magnitud depende de la cantidad y mineralogía de esta fracción. Por otro lado, el pH es un factor que impacta considerablemente sobre la disponibilidad de fósforo. La mayor disponibilidad ocurre con pH´s entre 5.5 y 6.5, mientras que valores fuera de este rango su concertación en la solución del suelo se reduce significativamente.

Tabla 1. Dosis de fosfatos (como pentóxido: P2O5) recomendadas según nivel de disponibilidad de fósforo en el suelo (P-Bray I, 0-20 cm) para dos rendimientos esperados de maíz (Echeverría y García, 1998).

cuadro 1

La necesidad de disponibilidad del fósforo durante los estadios iniciales determina que el momento de aplicación de los fertilizantes fosfatados deba ser junto con la siembra, aplicándolo en bandas, y preferentemente por debajo y al costado de la línea de siembra.

Manejo de la fertilización nitrogenada

El maíz requiere alrededor de 20 a 25 kg/ha de nitrógeno (N) por cada tonelada de grano producida. La oferta del lote (nitrógeno en el suelo + N del fertilizante) debería satisfacer esa necesidad para mantener el sistema en equilibrio nutricional. Esta aproximación es lo que se conoce como criterio o modelo de balance. Sin embargo, la diferencias entre las cantidades de N en el suelo y las absorbidas por el cultivo son determinadas por las llamadas eficiencias de absorción, que varían según se considere al N presente en el suelo a la siembra, al N mineralizado durante el cultivo y al N aportado como fertilizantes.

Esta llamada oferta en realidad es el nitrógeno asimilable (nitratos más amonio) medido por análisis de suelo presente al momento de la siembra más el nitrógeno ofrecido de los fertilizantes, pero no considera al N que se mineraliza durante el ciclo del cultivo. En general para hacer los balances se trabaja sobre valores promedios. Se asigna una eficiencia igual a uno, es decir los nitratos que se producen son absorbidos inmediatamente sin pérdidas. Para tener una idea de ese potencial de mineralizar N, se evalúa la concentración de nitratos de la capa superficial hasta los 20 a 30 cm de espesor al momento que el cultivo esta en el estadio de 4 a 6 hojas. Este valor se correlaciona con la estimación de potencial de nitrificación, ya que los presentes a la siembra habrán sido o bien absorbidos o bien lavados fuera del alcance de las raíces.

Por otra parte ese valor tendrá relación directa con la temperatura y humedad que reguló el crecimiento del maíz hasta el estadio de 4 a 6 hojas. En varias regiones maiceras, se ha establecido que un valor de alrededor de 18 a 20 ppm de N de nitratos (N-NO3-) en esas condiciones es indicador de suficiencia, ofreciendo bajas posibilidades de respuesta económica al agregado de N como fertilizante.

El maíz comienza su mayor consumo de nitrógeno alrededor de seis hojas completamente expandidas (V-6 a V-7), por lo que antes de comenzada esta etapa fenológica, el cultivo debería de disponer de una oferta de nitrógeno adecuada para satisfacer su demanda para crecimiento. Las estrategias de fertilización podrían resumirse en tres posibilidades:

1-Fertilizar únicamente a la siembra o incluso antes.

2-Fertilizar sólo con el cultivo implantado entre dos y siete hojas (V-2 a V-6).

3-Fraccionar la dosis entre la siembra y V-7 en dos aplicaciones.

De las tres alternativas, la aplicación a la siembra integra globalmente ventajas en los aspectos operativos, agronómicos y económicos.

Por esa razón, serían más recomendables las aplicaciones fraccionadas, donde se garantice una gran parte de la necesidad total de nitrógeno a la siembra (70 a 80 %), regulando luego la cantidad de nitrógeno restante en función de la evolución de la campana y de las posibilidades ofrecidas por las condiciones climáticas.

Tabla 2. Ventajas y desventajas de diferentes momentos de fertilización con nitrógeno (N) en maíz

cuadro 2

Manejo de la fertilización azufrada

En los últimos anos se han presentado numerosas evidencias que demuestran aumentos de rendimiento por agregado de azufre como fertilizante. Estas respuestas son más frecuentes con lotes con alto potencial de rendimiento y que presentan respuestas importantes a nitrógeno y fósforo. No se han intentado correlaciones entre estas respuestas y los niveles de azufre de sulfatos (S-SO4=) sin embargo es posible inferir mayores posibilidades de respuesta con valores bajos, menores a 5 ppm. Así como con suelos degradados, con baja materia orgánica (MO) y/o baja relación MO/arcillas (indicador de baja proporción de MO joven o recientemente agregada), o con textura gruesa.

La magnitud de las respuestas dependerá de la fertilidad del lote y dosis utilizada. En términos generales la misma normalmente cubre el costo del fertilizante aplicado. Las respuestas son del orden de los 10-12 kg de maíz por kg de S/ha, y las dosis asociadas a los máximos rendimientos son entre 5 y 15 kg de S/ha como Sulfato. Sin embargo en algunos trabajos se encontraron respuestas a dosis más altas en buenas condiciones hídricas, como la presentada en la figura, promedio de cinco localidades (Caamano y Melgar, 1998).

cuadro 3

Análisis económico de la fertilización

No hay práctica de manejo del maíz que tenga más impactos en los resultados económicos como la fertilización ya sea nitrogenada, fosfatada o azufrada cuando los suelos son deficientes, siempre y cuando las condiciones hídricas sean las adecuadas.

Utilizando el criterio de la relación Valor / Costo (ó Beneficio/ Costo) y tomando los valores de los insumos y productos en dólares, que muestran relativa estabilidad en el tiempo por su carácter de genéricos (commodities) se presenta en la tabla siguiente los beneficios derivados de la fertilización ante situaciones de respuestas promedio. Estas respuestas son esperadas bajo regímenes de producción normales, en dosis moderadas promedio. Estas relaciones son sin duda altamente positivas y superiores a la unidad, se espera que disminuyan a medida que las dosis son más elevadas.

 

Tabla 3. Beneficio económico derivado de la fertilización con distintos nutrientes en maíz

cuadro 4

 1 Se toma el costo del nutriente por la fuente más barata: urea (46 % N), Fosfato monoamónico (52 % P2O5) y Sulfato de amonio (24 % de S), a valores de mercado de 260, 310 y 180 $/t respectivamente. Por poseer además N, el costo del S y del P2O5 de los fertilizantes nombrados se modifican proporcionalmente.

 2 Se toma el precio de 80 $/t descontados gastos de comercialización (25%).

Fuente:

Ing. Agrs. Ricardo Melgar1 y Martín Torres Duggan (ex - aequo) 1Coordinador, Proyecto Fertilizar EEA INTA Pergamino; 
Técnico EEA INTA Pergamino Proyecto Fertilizar

 

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