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13/10/15 10:27

Por las malezas, cambia el plan de las empresas de monitoreo

Las companías de distintas zonas del país revelan cómo ajustaron sus tareas ante este problema. De las enfermedades y plagas, al presente.

La problemática de las malezas está generando cambios importantes en los sistemas productivos a distintos niveles técnicos. Su impacto genera diversos ajustes de manejo y también cambios en los esquemas de trabajo de los profesionales del sector.

Así lo demuestra un grupo de empresas de monitoreo de tres importantes zonas productivas del país, que contaron a Clarín Rural cómo se vienen adaptando.

Guillermo Grasso es director de monitoreo de la firma Halcón, con base en Jesús María, Córdoba. En esa zona, el grupo que dirige releva unas 35.000 hectáreas. La región sufre un fuerte impacto por la incidencia de las malezas duras y, por eso, la dinámica de los monitoreos está cambiando la manera de trabajar y la mentalidad de los agricultores. 

“El productor ya considera al monitoreo como una inversión necesaria, porque sabe que con los números ajustados de hoy, excederse en los gastos para el tratamiento de las malezas lo dejan fuera del negocio”, senala Grasso.

La presión de las malezas sobre los sistemas productivos viene aumentando desde el norte al sur del país. Y la importancia que se le da al problema también está creciendo en este sentido.

Según cuenta Grasso, la empresa para la que trabaja comenzó a recibir mayor demanda para el monitoreo de malezas desde el 2009. “En ese entonces se unieron un par de factores. Luego de la sequía, muchas empresas aumentaron la superficie bajo arrendamiento y alquilaron campos que ya venían mal manejados desde el punto de vista técnico. De esa manera, se toparon con esta problemática, que fue creciendo en la zona”. 

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El técnico también indica que el sistema de alquileres anuales no permite tener registros estables de lo que pasa en cada lote, lo cual agudiza este tipo de problemáticas. 

Grasso explica que el principal problema que están tratando de controlar en la zona son las gramíneas y que, por eso, el momento de control es clave. “Estas especies comenzaron a escapar a los controles cuando se tenía como práctica aplicar glifosato más un herbicida hormonal, sin otro ingrediente activo que controle a las malezas de hoja fina”, senala. 

Luego de seis anos de aprender sobre la dinámica de malezas en su zona y considerando que las gramíneas son el principal problema actual, Grasso dice que el monitoreo y el conocimiento del lote son las mejores maneras de hacer una planificación de manejo efectiva, basada en la adopción de herbicidas pre-emergentes. Y que ese es un gran aporte que empresas como la suya pueden hacer.

Para el sur de Santa Fe y norte de la provincia de Buenos Aires, desde Lares, una empresa tradicionalmente dedicada a monitorear plagas y enfermedades, cuentan que los ajustes en el trabajo que realizan fueron similares a los que tuvieron sus colegas cordobeses.

En este caso, Diego Alvarez, responsable del grupo de monitoreo, dice: “Desde hace cinco anos hasta la actualidad pasamos de hacer poco manejo de malezas a buscar toda una nueva metodología de trabajo para manejar justamente esta problemática”

El asesor técnico explica que el impacto de la rama negra sobre esta región fue decisivo y condujo a que exista una cantidad creciente de consultas por parte de los productores. Desde ese momento, las malezas de difícil manejo se fueron agregando ano tras ano, sin cesar.

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Hoy, según Alvarez, lidian con especies de eleusine, capín, raigrás, entre las de hoja fina, y rama negra, como principal exponente de las de hoja ancha, aunque están alerta ante la llegada posible de los yuyos colorados, que ya están siendo un gran problema en algunas zonas del sur cordobés.

El cambio en el tipo de trabajo al que Alvarez se refiere significó más consultas sobre mezcla y rotación de productos herbicidas para los controles químicos, como así también cómo hacer controles en momentos clave, para lograr mayor eficiencia. 

“Hay que entender que la problemática de gramíneas tiene resultados de un ano para otro. Es decir, aplicamos este otono para ver el impacto en el otono siguiente”, advierte. Y agrega que todavía reciben consultas para hacer tratamientos de rescate, con doble golpe de herbicidas, que implica gastar entre 120 a 130 dólares por hectárea, un valor “altísimo”, teniendo en cuenta la estructura de costos actuales y los bajos precios de los granos.

En el sudeste de la provincia de Buenos Aires, miembros de la Regional Necochea de Aapresid, los hermanos Bilbao, Agustín y Esteban tienen su empresa Agroestudio Viento Sur. Desde allí, dicen a Clarín Rural que la problemática de malezas duras hizo que se multiplicaran los esfuerzos por mejorar el manejo del sistema agrícola. Agustín dice que “se tomó más conciencia sobre el problema y hay más conocimiento”. 

Sin embargo, destaca que en su región productiva corren con la ventaja de “tener ocupado los lotes todo el ano, ya que los cultivos fuertes son los invernales y por eso el sistema compite mejor con las malezas”.

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Pero, Bilbao reconoce que su tarea de monitoreo viene cambiando. Ahora, se encuentra ante el reclamo y la necesidad de hacer monitoreos más ajustados, para después ejecutar aplicaciones más precisas. 

Según él, esto viene generando cambios en los paradigmas de control. “En esta zona, las especies resistentes se manejan en ‘manchoneo’. Es decir, se hacen controles dirigidos con pala o pulverizador de mochila, para evitar que la maleza se disemine”, explica. 

Desde distintas regiones, los monitoreadores no dejan dudas: su trabajo viene cambiando, y el conocimiento hace la diferencia.

Fuente: Pablo Losasa - Clarin Rural
http://clar.in/1MvZuDu

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