ASOCIATE TIENDA AAPRESID |

2/1/17 11:25

La micro biotecnología al servicio de la producción agrícola

En el XXIV Congreso Aapresid se planteó un cambio de paradigma en el uso del suelo con foco en la asociación entre academia e industria. Los protagonistas: microorganismos que viven en las raíces, responsables de saltos cualitativos en los cultivos.

 

Claudio Valverde, bioquímico de la Universidad de Quilmes y del CONICET, comenzó su ponencia centrándose en la rizósfera, una zona crítica y determinante en la calidad de la producción. Allí se desarrollan las rizobacterias, que promueven el crecimiento de las plantas y cuyo nicho preferencial para vivir está entre el suelo y la raíz de la planta.

Dentro de ese subconjunto de microorganismos senaló a los PGPR (Plant Growth Promoting Rhizobacteria), que funcionan como probióticos vegetales que contribuyen al crecimiento y a la buena salud de las plantas. “Podemos hacer uso de esos PGPR en un contexto de agricultura sustentable, reduciendo el volcado de químicos a los suelos. El uso de PGPR cultivables supone funciones accesibles. Con ese horizonte hay un foco muy grande puesto en estos microorganismos”, precisó Valverde.

A sabiendas de que los productores conocen la importancia que tiene el aporte del carbono en los cultivos, destacó que muchos de estos microorganismos se desarrollan en la rizósfera porque obtienen a cambio carbono. El proceso evolutivo de las bacterias es motorizado por la cantidad de energía y alimento de sustratos y carbono que exudan las mismas plantas a través de sus raíces.

Según explicó, los grupos de microorganismos no están aislados sino que establecen interacciones entre sí y con las plantas. En ese zoológico que habita la rizósfera hay organismos benéficos, otros neutros y también patógenos. De las interacciones de estos grupos, se determina el futuro de la planta. Las plantas aprendieron a reclutar aquellos microorganismos que le sean capaces de mejorar el acceso a nutrientes como nitrógeno, fósforo y hierro.

Asimismo puntualizó que otros grupos de microorganismos proveen hormonas y colaboran en el desarrollo del sistema radicular, la tolerancia al estrés por factores abióticos y en el biocontrol de patógenos –control biológico que permite mantener a raya a otros organismos capaces de generar enfermedades.

Tras repasar algunas experiencias llevadas a cabo en Laboratorio y en suelos, Valverde concluyó que está demostrado que las Buenas Prácticas Agrícolas son fundamentales para determinar las poblaciones que van a colonizar la rizósfera de las plantas. “Las funciones de las raíces son accesibles y se pueden explotar para la siembra. Todos los organismos no cultivables se pueden influenciar mediante las BPA”, afirmó. Y sostuvo que en el campo académico sigue habiendo desconocimiento sobre el grupo de bacterias que se pueden estudiar para su explotación en el agro. “Un desarrollo importante que habrá es el de la modificación genética de bacterias para lograr sobrevida en las semillas. Es una avenida que está tendida para su desarrollo”, sentenció.

A su turno, el Ingeniero agrónomo Gustavo González Anta planteó cómo transformar la buena siembra en tecnología aplicable al rinde de la producción. Es decir, analizar el impacto de las tecnologías microbiológicas desde una visión compartida entre la academia y la industria para mejores resultados productivos. Destacó los notables avances de la micro biotecnología en los últimos anos a nivel de la rizósfera y el suelo, un ámbito clave para incorporar micro organismos en pos de efectos agronómicos que se constaten en los lotes de producción. Según precisó, los mayores logros se produjeron en la biofertilización y biocontrol. “Tras siete anos de trabajo dimos con una formulación adecuada para control de patógenos, lo que se extiende también al control de plagas, donde aumentó el conocimiento”, apuntó.

En cuanto al impacto productivo del desarrollo de estas tecnologías de bioinducción, dijo que se obtuvieron buenos resultados con menor impacto que los químicos convencionales. Por ejemplo, para una plaga compleja, como la spodóptera, se obtuvieron niveles de control cercanos al 100 por ciento, contó en relación al aislamiento de microorganismos. Sobre los desafíos por delante, González Anta puso el foco en el cambio climático: “Así como las plantas deben adaptarse, también deben hacerlo los microorganismos. En el proyecto BIOSPAS estamos estudiando microorganismos con comportamientos importantes en situación de estrés. Es fundamental explorar ese campo para  aportar soluciones a diferentes problemáticas”, dijo.

El objetivo, aseguró, será aislar microorganismos para impactar positivamente en el sistema de producción agrícola. Al cierre, anunció que se obtuvo la aprobación para el ensayo controlado de un microorganismo genéticamente modificado para aplicarle la función de fijar nitrógeno. “Esto se puede aplicar para la mejora de rendimientos y forma parte de los desafíos del futuro en la asociación entre la industria y la academia”, afirmó.

Como corolario del simposio, el bioquímico del CONICET Luis Wall -a cargo de la presentación y moderación de los disertantes- tomó la palabra para instar a los productores a sumarse al cambio de paradigma que supone incorporar la biología de suelo. “Venimos de un paradigma de manejo de la agricultura muy fisicoquímico. Nosotros hablamos de organismos y bichos, mientras que afuera se habla de plaguicidas, fungicidas. Hagamos una integración”, dijo, y acotó: “Aunque el efecto no sea rápido, tiene que instalarse la idea de que el suelo funciona por su biología y que no es un florero”.

Disertantes: Luis Wall (UNQ), Claudio Valverde (UNQ) y Gustavo González Anta (Rizobacter).

Antes de que te vayas,
¿te gustó este contenido?

Aapresid.

¡Muchas gracias!

Hablemos!