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8/10/15 10:59

¿Por qué fitosanitarios?

Hagamos un poco de semántica agropecuaria. Cada denominación dispara conceptos productivos y sociales bien diferentes de acuerdo a los fines y el contexto que se considere.

La palabra fitosanitario está compuesta por dos partículas; fito que significa planta y sanitario relativo a la sanidad. Los fitosanitarios son productos de la industria química y biológica destinados a la protección de los cultivos de interés alimenticio, textil, energético e inclusive los de interés ornamental.

Cuando decimos protección hacemos referencia a salvaguardar los cultivos de las plagas, malezas y enfermedades que producen danos y mermas en las diversas producciones. Esto significa que están destinados a proteger la mayoría de las materias primas y/o en muchos casos los productos finales dependiendo del cultivo de que se trate.

Si pensamos en frutas de consumo en fresco o cereales como ciertos tipos de arroz, por ejemplo, serán productos finales luego del packaging; si pensamos en frutas destino industria, algodón, maíz, trigo o soja, para citar otros ejemplos, serán productos que requerirán de uno o varios procesos productivos agropecuarios y/o industriales antes de llegar a los consumidores finales, transformados en otros tipos de alimentos.

La obtención de nuevos fitosanitarios constituye un proceso muy complejo. Al igual que ocurre con los medicamentos de uso en la salud humana, para generar un nuevo producto fitosanitario se requiere del hallazgo de un principio activo que a nivel químico estará representado por una molécula, cuyas características sean las deseadas.

A partir del descubrimiento del principio activo y hasta su lanzamiento comercial transcurren 10 anos en los fitosanitarios; asimismo para que ese producto llegue a la etapa comercial se estima que hubieron alrededor de 40.000 fórmulas iniciales sometidas a diversos ensayos que no lograron superar alguna de las etapas del proceso*.

Los estudios toxicológicos y ecotoxicológicos de estos productos constituyen una parte fundamental del proceso de investigación vinculados con la seguridad alimentaria, la salud humana y el medio ambiente. Obviamente, también se realizan estudios de eficacia sobre la plaga, maleza o enfermedad a controlar.

Sirve aclarar que cuando en ámbitos agronómicos hablamos de plagas, nos referimos casi exclusivamente a insectos que danan y ocasionan pérdidas en el cultivo; cuando nos referimos a las malezas indicamos otras especies de plantas diferentes del cultivo y que ocasionan mermas y contaminaciones indeseadas, en muchos casos de plantas cuyas semillas pueden presentar toxicidad.

Cuando mencionamos las enfermedades de los cultivos, al igual que ocurre con los seres humanos y otras especies animales, son ocasionadas por agentes como hongos, bacterias y virus, además de otras que pudieran tener un origen nutricional, para lo cual existen los fertilizantes que pueden contener macro y micro nutrientes esenciales para el desarrollo de los cultivos, como así también bioestimulantes.

Luego de estas aclaraciones, volvemos a retomar el hilo de la columna, donde decimos que el objetivo es obtener productos fitosanitarios de alta eficacia, selectivos en su acción sobre la plaga, maleza o enfermedad a las que están destinados, y de alta seguridad para el ser humano y el medioambiente. Las características del proceso de desarrollo de nuevos productos, sumadas a la fuerte dinámica de innovación que caracteriza a la industria, implica elevados requerimientos de inversión en Investigación + Desarrollo (I+D).

Una parte importante de los costos se deben a la mayor inversión en los estudios toxicológicos y ecotoxicológicos que mencionábamos antes. Además, para su comercialización es necesaria la inscripción en un registro, es decir, la autorización por parte de la autoridad competente; para ello es menester presentar los estudios que demuestren que el producto cumple con los requisitos de eficacia y seguridad. En la Argentina, la autoridad de registro es el SENASA (Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Agroalimentaria).

Las denominaciones disparan conceptos productivos y así es; en hechos cuando hablamos de fitosanitarios los circunscribimos al concepto de control integrado de plagas, cuya herramienta de diagnóstico fundamental es el monitoreo de los cultivos. Cuando se realizan esos monitoreos, los técnicos examinan cada lote con las respectivas tomas de muestras en distintos puntos del mismo, a fin de determinar si las plagas, malezas y enfermedades están por debajo del umbral de control.

En tanto y en cuanto la población de esas adversidades se encuentren por debajo de ese umbral no será necesaria la utilización de ningún fitosanitario y la recomendación será la no aplicación. Esto tiene que ver con el aprovechamiento de las propias herramientas que ofrece la naturaleza.

Ahora volveremos brevemente a la terminología agronómica y explicaremos que así como decimos que existen insectos plagas y los reconocemos, durante el monitoreo también se hacen recuentos de otros insectos y arácnidos que no danan a los cultivos, todo lo contrario, se alimentan de los insectos que sí los danan, o sea, existe una población de insectos que denominamos benéficos que se alimentan de las plagas adversas a los cultivos.

El desafío es mantener ese equilibrio a través de intervenciones racionales y que requieren un conocimiento cabal de la dinámica del agroecosistema.

*Extracto de Estudio 1.EG.33.7. Autor: Valeria Álvarez. Oficina CEPAL-ONU de Bs As.

 

José Luis Tedesco
Ingeniero Agrónomo (UNLP)
Director Adjunto de Agricultura Certificada Aapresid

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