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21/2/22, 00:00

Aeroaplicaciones, eficiencia que vuela

Mucho más que una solución cuando la plaga aprieta, son aliadas de calidad para la protección de los cultivos, el suelo y el bolsillo del productor. ¿Cómo sacarles el mejor provecho?

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Si bien su adopción ha crecido en los últimos anos, las aplicaciones aéreas de herbicidas, insecticidas o fungicidas, suelen ser consideradas simplemente estrategias de “rescate”. La solución a la cual los productores recurren para hacer tratamientos en tiempo y forma cuando una plaga “se va de las manos” en un cultivo muy desarrollado, o cuando no hay piso para entrar a los lotes

Para derribar este preconcepto, Juan Molina y Mauricio Fargioni, representantes de la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (FeArCA), pasaron por Agenda Aapresid para difundir los beneficios de las aeroaplicaciones y brindar recomendaciones para optimizar su implementación.

Beneficios de las aplicaciones aéreas

La FeArCA, entidad que nuclea a aeroaplicadores en Argentina, sostiene que las aplicaciones aéreas de fitosanitarios, en comparación con las aplicaciones terrestres, son más rápidas, pudiendo cubrir alrededor de 100 ha/h, dependiendo de la zona y cultivo a aplicar. Por otra parte, son más seguras, debido a que el tiempo de contacto o exposición del personal con el fitosanitario es casi nulo. Se pueden realizar en el momento oportuno, incluso después de las lluvias, aunque el suelo no esté apto; y no producen pisoteos ni compactación, no danan las plantas y no propagan las plagas.

Molina, Secretario de la FeArCA y parte de una empresa familiar entrerriana con amplia trayectoria en el rubro de las aplicaciones, senaló que otra de las grandes ventajas del avión “es que se manejan volúmenes mucho menores, y apropiados para cada tipo de aplicación”. “Por ejemplo, sí tengo que hacer una aplicación para un fungicida o insecticida de llegada y apunto a hacer 70 impactos entre 100 y 200 micrones, sólo necesitaré entre 4 y 30 litros por hectárea para lograr esa calidad”, a diferencia de un equipo terrestre donde se precisan entre 50, 80 y hasta 100 litros en ciertos casos, indicó. En ensayos han visto que con volúmenes de alrededor de 10 litros y ajustando la calibración de los aviones “disminuye la probabilidad del efecto paraguas y la ocurrencia gotas más grandes por la menor proporción de agua, logrando una llegada de un 20% del principio activo al objetivo”. 

Los beneficios económicos no se quedan atrás. Por ejemplo, una aplicación terrestre de fungicidas en trigo cuesta aproximadamente 15 USD/ha, incluyendo el servicio (5 USD) más el producto (10 USD). A ese valor se le debe sumar la pérdida por pisoteo, “que en los mejores casos representa un 2% de la producción total de granos/ha”, detalló. Llevado a un rendimiento de 4 tn/ha en precio actual, el 2% correspondería a 16 dólares que se van a perder por la pisada, lo que suma un total de 31 dólares por ha. Mientras que, si la aplicación se hace con avión, el valor del tratamiento baja a 21 dólares. En resumen, “con lo que me ahorro por aplicar con avión y no pisar el lote puedo pagar el producto”, subrayó. 

Recomendaciones para evitar la deriva

Para reducir la deriva hay que “asegurar un espectro de gota que minimice la probabilidad de deriva”, aclaró Molina. En este sentido, “el conocimiento del operario, la calibración de los equipos y la medición de la calidad de aplicación son las claves para evitar danos por deriva y hacer que los trabajos funcionen”, agregó. 

El objetivo es “no tener más del 10% del volumen aplicado en gotas menores a 100 micrones, idealmente 150 micrones”, lo que se mide con tarjetas hidrosensibles para evaluar cobertura (gotas por cm2) y el tamano de esas gotas, repasó Molina. Para ello, el tipo de pico a usar es fundamental, “tenemos muy buenos resultados con boquillas CP o de tipo espejo, que permiten lograr el tamano justo de gota que necesitamos”. Por otra parte, “en el caso de que se usen atomizadores rotativos, es muy importante utilizarlos al mínimo de rpm”, comentó. Sumado a lo anterior, es muy recomendable el uso de coadyuvantes antiderivas, “que hacen que las gotas sean más gruesas y por lo tanto deriven menos”.

Aeroaplicaciones, sinónimo de calidad

A través de encuestas del programa de mejora continua, que la FeArCA lanzó junto al  Grupo APC bajo el lema "la calidad es una cuestión de responsabilidad", pudieron ver que las personas del rubro de las aplicaciones más capacitadas en cuanto a calidad son los pilotos aeroaplicadores”.

Al cierre, Mauricio Fargioni, directivo de la Federación y experimentado aeroaplicador de una empresa que brinda servicios en Santa Fe y Entre Ríos, hizo hincapié en que “las aplicaciones aéreas son una herramienta valiosísima para complementar con la estrategia terrestre, porque permiten ampliar la ventana de aplicación”. 

Sin dudas, la calibración y el ajuste permanente son fundamentales para retroalimentar y optimizar su uso, pero “tenemos que saber aplicarlas en el momento oportuno del estado fenológico del cultivo, de las condiciones ambientales y con niveles no tan avanzados de plagas, porque también de eso depende muchísimo el resultado”. Haciendo la labor como corresponde, el costo-beneficio se va a ver muy reflejado en el bolsillo del productor, concluyó.

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