16/4/21 00:00

Agenda Aapresid 13/4: fertilidad biológica

Con un récord de 333 visualizaciones, el primer bloque de la Agenda de abril sobre siembra y fertilización de fina se dedicó a la fertilidad biológica, su importancia y estrategias para potenciarla.

Con un récord de 333 visualizaciones, el primer bloque de la Agenda de abril sobre siembra y fertilización de fina se dedicó a la fertilidad biológica, su importancia y estrategias para potenciarla.

Francisco Pugno de Agritest fue quien levantó el telón. Agritest es una firma socia de Aapresid en la zona de Pergamino que trabaja en campos propios y en aparcería con contratos de mediano plazo y una visión compartida con los propietarios.

Para potenciar la fertilidad biológica apuntan a intensificar y diversificar rotaciones. “No tenemos rotaciones estabilizadas y constantes, ni recetas. Prevemos el plan de siembra con anticipación y priorizando intensidad y diversidad: trigo/sj, cebada/sj, vicia/mz, centeno/sj1ra, forrajeras anuales y perennes”. También están haciendo trigo sobre vicia/mz o vicia/mz sobre mz de primera.

En estos planteos encuentran beneficios como mayores rindes, más estables y aumento en los pisos, pero aclara que la mejora edáfica no puede verse de un ano a otro. “Después de varios anos estamos viendo mejoras en la eficiencia en el uso del agua y más lluvia efectiva”. La contraparte de estas ventajas es una mayor complejidad en el manejo, conocimiento y dedicación.

Para Pugno, la biología del suelo es la base de la fertilidad química y física, ¡no al revés!. Entre los indicadores que eligen para medir su evolución están la actividad enzimática, la proporción de microagregados, la meso y macrofauna, el tipo de micorrizas y los kg lombrices/ha. “Hoy medimos 800 kg/lombrices/ha, lo que equivale a 2 novillos bajo tierra procesando residuos orgánicos”.

En cuanto a la estrategia de fertilización en estos modelos de Agricultura Siempre Verde, los criterios cambian, ya que hay que considerar el ‘ruido’ que meten los cultivos de servicios. El ejemplo más claro es el aporte de N de una vicia de servicio sobre el maíz. Acá entran a jugar varios factores e interacciones: ambiente, suelo, manejo de la vicia y del mismo maíz. “Esto es difícil de estimar por lo que hoy nos manejamos como si no hubiera vicia. Estamos tratando de generar información con herramientas complementarias como el uso de Spad e imágenes satelitales para ir viendo la respuesta”.

En el mismo bloque estuvo Micaela Zaro de Rizobacter, quien habló del proceso de desarrollo de inoculantes, explicando que existe un proceso de selección de cepas propias de cada variedad. “Tenemos una biblioteca de cepas asociadas a cada variedad de cultivo desarrollada con INTA”. Una vez identificada hay que multiplicarla y lograr que sobreviva exitosamente una vez ‘envasada’, lo que constituye todo un desafío. Otra etapa consiste en evaluar cómo se adapta a cada ambiente.

A la hora de garantizar una buena inoculación de leguminosas de invierno, como es el caso de vicia, Zaro explica que debe haber un tratamiento cuidadoso desde que el inoculante sale del envase hasta que llega al campo. No debe haber exposición solar directa de la vejiga y la máquina con que se trata la semilla debe ser adecuada. “Con el uso de sinfín es difícil lograr aplicaciones uniformes, regular dosis y mojar todas semillas, en especial de vicia que es muy pequena. Conviene usar máquinas más específicas”.

También puntualizó sobre el voleo de semillas de vicia sobre cultivos en pie y su impacto sobre la inoculación: “Lo óptimo serían las siembras terrestres, pero en caso de optar por aéreas se pueden hacer pre-inoculaciones a los 25 días si sólo tratamos con inoculante, en el caso de usar inoculante+terapico estos deben a los 20 días y aplicarse de forma secuencial. El tratamiento debe ser lo más homogéneo posible. No se recomienda usar agua, y si se usa, que no sea clorada ya que mata las bacterias. En resumen: tratar lo más cerca posible de la siembra”.

Zaro precisó que, si bien muchos optan por inoculación con doble dosis en vicia, no se observa respuesta contundente de estos tratamientos. Sí recomendó el uso de arrancadores y starters junto con el inoculante: “cuanto mejor y más rápido se implanta el cultivo, mejor es el resultado de la inoculación. Los impactos en el rendimiento son contundentes”.

Para cerrar el bloque, Luis Wall (UNQ)  habló de la fertilidad biológica del suelo, definiéndose como el conjunto de redes tróficas que existen en el mismo. Cuando hay fertilidad biológica los nutrientes para las plantas se hacen disponibles de otra manera.

Explicó que el manejo agronómico modela la vida en el suelo. La intensificación y diversificación de las rotaciones es capaz de regenerar la biología de suelo en 3 anos y de mantener la continuidad de la vida en el suelo. “La reducción de tiempos de barbecho es crucial para esa continuidad, y los cultivos de servicios (CS) mono y multi especie son la herramienta del futuro para establecer esas redes tróficas. El impacto de CS como vicia sobre variables como la micorrización compartida fue inesperado y aún no podemos medirlo”.

En cuanto a indicadores, Wall explicó que “para empezar a medir fertilidad biológica debe haber un cambio en la cabeza del productor y en la forma de mirar el sistema, sino no tiene sentido”. Las respuestas no son tan lineales o fáciles de interpretar como por ejemplo la deficiencia de un nutriente.

Lo cierto es que muchos de los indicadores se están generando. En línea con Pugno habló de perfiles enzimáticos - que dan idea de salud y fisiología del suelo -, perfiles de lípidos y proporción de microagregados resistentes. Hay indicadores más complejos como la densidad de lombrices.

Tampoco se tienen umbrales de referencia para estos indicadores. Si bien hoy vemos que el volumen de lombrices cambia de 200 lombrices/m2 en un ambiente natural a 50 en una rotación de tercios, es necesario generar líneas de base y valores de referencia para cada caso y región. Esto necesita de la decisión de empresarios y gobierno de trabajar en esa línea como país.