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30/4/25, 00:00

Alfalfa en bajos salinos y otras estrategias de un grupo de productores que junto a especialistas siguen transformando los paisajes de la cuenca del Salado

La Chacra Aapresid América transformó los paisajes salinos en coberturas verdes y va por más: pasturas de agropiro y alfalfa para recuperar suelos degradados.

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Foto. Desde hace 5 años, productores Aapresid trabajan con expertos de INTA para transformar los paisajes de la cuenca del Salado.

Donde muchos vieron límites, un grupo de productores y técnicos decidió ensayar respuestas. Así nació Chacra Aapresid América, una iniciativa conjunta entre técnicos de INTA, empresas y ocho productores distribuidas en el sur de Córdoba, oeste de Buenos Aires y La Pampa, con una meta concreta: recuperar y mantener la productividad de suelos afectados por napas salinas mediante buenas prácticas agronómicas.

Luciano Lehr, Responsable técnico de desarrollo (RTD) de la Chacra, resume el espíritu del trabajo con una frase sencilla: “No todos los bajos son iguales”. Y esa certeza fue la que marcó el rumbo. 

Productores y técnicos cambian la realidad en América

Tras 5 años de trabajo conjunto entre productores y técnicos, los paisajes de América ya no son los mismos. Donde antes había barro y sal, ahora hay coberturas verdes y planificación.  

Gracias a estrategias como la caracterización de ambientes, la generación de mapas de riesgo hídrico y modelos para predecir nivel de napa, las siembras aéreas, la incorporación de cultivos de servicios adaptados para aumentar los tiempos de cobertura y evitar ascenso de sales, “hoy hay zonas que ya no se encharcan con la misma facilidad. Aprendimos a convivir con los bajos, no a esquivarlos”, señala Lehr.

Los primeros meses de 2025 trajeron lluvias abundantes, más de 600 mm en el primer trimestre. Sin embargo, el agua se fue más rápido de los campos de la Chacra y el tiempo de ocupación bajó. Eso se debe a un hecho simple: raíces profundas, mejor infiltración, más estructura en el suelo. 

En busca de seguir mejorando, hoy apuestan al uso de especies como agropiro y alfalfa - sí, alfalfa - para revalorizar pasturas perennes y restaurar suelos degradados. 

Agropiro: el rústico que sorprende cuando el N acompaña

En la revalorización de pasturas perennes el agropiro se convirtió en protagonista, especialmente en ambientes con salinidad y riesgo de anegamiento. Miguel Vergara, productor de la empresa miembro de la Chacra Agropecuaria La Criolla, ubicada en el partido de Rivadavia, explica el por qué: “Al ser una empresa mixta, usamos el agropiro en los ambientes más frágiles. Se comporta bien, permite entrar con vacas de cría, y si hace falta, con recría”.

Pero, como siempre, son los detalles los que hacen la diferencia. Se apuntó a sembrarlo más temprano posible, en marzo, a una densidad de 30 kg/ha, con siembra a surco abierto, una técnica que consiste en sacar las ruedas tapadoras de la sembradora para mejorar la emergencia de pasturas y verdeos al reducir el efecto de “planchado superficial” que genera el sodio en suelos salinos”. 

Pero además, la gramínea se potencia cuando está bien provista de nitrógeno. “Vemos respuestas muy positivas a la fertilización con urea en agropiros de más de cuatro años; así como cuando se lo siembra en consociación con alguna leguminosa, puntualmente Lotus tenuis, que le aporta N biológico y permite una buena resiembra natural”, agrega Vergara. En ambientes con conductividades eléctricas entre 3 y 4 dS/m, el agregado de fertilizantes nitrogenados mejoró significativamente la calidad y producción forrajera.

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Foto. El agropiro se potencia con la aplicación de N, ya sea vía fertilizante - en la imagen se ve la respuesta al agregado de 200 kg N -, o consociación con leguminosas, como
L. tenuis.

En este escenario, la Chacra apuesta a más, y se anima a intersiembras con alfalfa y melilotus para diversificar y rejuvenecer sistemas ya establecidos.

¿Alfalfa en bajos salinos?

A diferencia del agropiro, la alfalfa es más exigente, pero si logra prosperar en bajos de calidad intermedia tiene un potencial enorme, no solo por su calidad forrajera, sino también gracias a su aporte de N y de su sistema de raíces fuertes y profundas. 

Cristian Álvarez, experto de la Chacra de INTA Gral. Pico adelanta algunas claves en la elección de lotes y manejo para asegurar la implantación. “Para implantar alfalfa buscamos ambientes con menos del 20% de riesgo de anegamiento y conductividades menores a 3,5 dS/m. Es un cultivo sensible, que frente al exceso hídrico puede sufrir enfermedades que reducen drásticamente su población”.

Además, explica que el tipo de sales y el pH en los primeros cinco centímetros del suelo también influyen en el éxito del cultivo. Un pH elevado, por ejemplo, puede dificultar la disponibilidad de nutrientes clave como el fósforo. “La siembra a surco abierto mejora mucho la implantación, evita encostramiento y concentraciones salinas superficiales que pueden afectar a la semilla”, apunta.

Una cobertura excesiva es otro factor que puede jugar en contra en la implantación, ya que impide que la semilla tenga buen contacto con el suelo. Sin embargo, en ambientes dominados por gramíneas como gramón o pelo de chancho, el establecimiento de la alfalfa puede darse de manera eficiente, logrando más de 150 plantas/m2, utilizando entre 8 y 10 kg de semilla por hectárea.

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