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26/5/17 09:35

Chaco: destacan al maíz como la mejor opción desde la sustentabilidad

En el Chaco Seco argentino día a día, el bosque cede terreno frente a opciones más rentables como la soja, el maíz o las pasturas para ganadería, que cambian radicalmente el ecosistema.

 

El acelerado desmonte del Chaco Seco argentino parece no tener freno. Día a día, el bosque cede terreno frente a opciones más rentables como la soja, el maíz o las pasturas para ganadería, que cambian radicalmente el ecosistema. En este contexto, investigadores del INTA, del GEA (UNSL-CONICET) y de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) senalaron que hoy los productores no dudan en remover la vegetación original para implantar cultivos o pasturas. En términos ecológicos y agronómicos, la mejor opción es el maíz, que aún en el extremo más árido de la región duplica al resto en productividad. Sin embargo, la soja es el preferido por su margen económico elevado.

“Trabajamos en el Chaco Seco y el Espinal, donde llueve entre 900 y 400 mm por ano. Por sus distintas adaptaciones al ambiente, esperábamos encontrar que los cultivos produjeran más sólo en las partes más húmedas, las pasturas en las intermedias y el bosque natural en el extremo más árido. Para nuestra sorpresa, vimos que no era así: en todo ese rango climático, el maíz produce el doble de biomasa que resto de los cultivos, el bosque y las pasturas. Incluso, es el que más rinde en grano, y en proteína es apenas inferior a soja. Esto demuestra el potencial del maíz como alternativa para disminuir los impactos del desmonte”, afirmó Francisco Murray, estudiante de doctorado en la Escuela para Graduados de la FAUBA.

En su investigación, publicada en la revista Agricultural Systems, Francisco y sus colaboradores compararon cuánta biomasa producen los cultivos, las pasturas y el monte, en las 45 millones de hectáreas del Chaco Seco y el Espinal Occidental en la Argentina, Paraguay y Bolivia. “La frontera agrícola avanza con paso firme hacia zonas de mayor aridez, aun a pesar de las reglamentaciones. Dada la gran fragilidad de estos ambientes, los beneficios económicos podrían ser menores si se tienen en cuenta los elevados riesgos de degradación”, puntualizó Francisco.

“En la realidad, la soja se termina imponiendo por cuestiones económicas, pero desde lo ecológico y lo agronómico vemos que no es una opción adecuada. Es decir, las rentabilidad de la soja lleva a que los productores opten por este cultivo, que produce menos biomasa y alimento respecto al óptimo, que es el maíz. Esto compromete y reduce de forma innecesaria la sustentabilidad y el potencial productivo de todo el sistema”, explicó el investigador.

Murray, quien es técnico del INTA San Luis, llamó la atención sobre el pobre desempeno del bosque natural. “El bosque tuvo la menor rentabilidad y rinde agronómico en toda la región. Nuestras estimaciones indican que habría que aumentar un 70% la producción ganadera bajo el bosque para igualar a las pasturas. Por lo tanto, creo que es clave desarrollar tecnologías adecuadas para manejar el bosque, como ralear selectivamente o generar bioenergía, o implantar forrajeras bajo el dosel. Es paradójico: esta intensificación permitiría revertir la degradación histórica por sobreexplotación. Es más: al reducirse la brecha económica, los esfuerzos de conservación del bosque natural remanente se simplificarían”.

Economía, decisiones y paradojas

“Está claro que a la hora de tomar decisiones, la sustentabilidad y los márgenes económicos de estas alternativas entran en conflicto”, sostuvo Murray, y anadió: “Existe un gran contrasentido: en el Chaco Seco y el Espinal se puede cultivar perfectamente el maíz, cuya producción de biomasa y grano es excelente; sin embargo, la soja, mucho menos sustentable, le gana en rentabilidad y por eso es el cultivo principal”.

Según hizo notar el investigador, el costo elevado del transporte inclina la balanza hacia la producción de soja. “En nuestro estudio trabajamos junto con una economista, quien nos ayudó a ver, entre otras cosas, que el precio de los granos de soja es tan alto que los productores pueden hacer frente al costo del transporte por carretera, que, con más de 500 km hasta el puerto, es muy elevado. Si este costo se redujera al 50%, por vía fluvial o por trenes, por ejemplo, el maíz equipararía a la soja en su resultado económico”.

Además, Francisco aclaró que los costos de la semilla de maíz limitan la difusión del cultivo en la región. “Al tratarse de híbridos transgénicos, las semillas de maíz resultan 30 veces más caras que el valor del grano cosechado. Esta es una desventaja clave respecto del cultivo de soja, en el que la semilla sólo cuesta el doble del grano cosechado. Si se implementaran subsidios o se elaboraran nuevas regulaciones al respecto, la brecha entre los márgenes económicos del maíz y la soja podría disminuir”.

“Otra alternativa para posicionar mejor al maíz frente a la soja es industrializarlo localmente. Agregarle valor en la región permitiría transportar un producto elaborado, con un retorno mayor. Otra posibilidad es usarlo para alimentar ganado. Todo esto aumentaría la proporción de superficie con maíz vs. soja en las áreas desmontadas y le daría más oportunidades a la sustentabilidad del ecosistema”, agregó Murray.

En cuanto al predominio inicial de las pasturas en los desmontes, Francisco destacó que la ganadería encuentra su lugar en regiones más remotas por el bajo costo logístico y de transporte, siempre y cuando la tierra sea abundante y los productores locales puedan maximizar el retorno por cada peso que se invierte, y no por hectárea. “A medida que la región se vaya saturando de inversión y la disponibilidad de tierra baje, la agricultura será cada vez más atractiva como opción”.

¿Qué es y qué papel cumple la biomasa?

“La biomasa son los tejidos que las plantas elaboran a partir del carbono del aire, los nutrientes del suelo y la energía del sol. Las distintas especies vegetales producen diferentes tipos de biomasa, que varían en sus contenidos energéticos según cuánta fibra, aceite y proteína poseen. Eso debimos tenerlo en cuenta porque si no la comparación habría sido desigual; por ejemplo, a la soja le demanda más ‘esfuerzo’ producir su biomasa que al maíz o a los pastos. El papel que cumple la biomasa es clave para el funcionamiento de los ecosistemas. Entre otros roles, puede cubrir el suelo y así evitar la erosión, es fuente de alimento (forraje) para los animales, es el aporte principal de materia orgánica al suelo, sirve de protección y hábitat para la fauna, cumple funciones de regulación hídrica, etc. Para nuestro trabajo, elegimos la producción de biomasa como indicador ecológico porque también es relativamente fácil de medir”, dijo Murray.

Por último, el investigador remarcó que: “La región que estudiamos es única puesto que representa una de las últimas porciones significativas de tierra agrícola a nivel mundial, y por ello sufre el conflicto entre el crecimiento económico y la conservación. Creemos que el conocimiento que surge de nuestro trabajo puede ser relevante para elaborar futuras reglamentaciones y tomar decisiones políticas. De hecho, muchas de las limitantes que identificamos son estructurales o tecnológicas y, por lo tanto, potencialmente solucionables”.

Fuente: Prensa FAUBA

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