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4/2/20, 00:00

Conceptos básicos de resistencia a fungicidas

Conocelos acá

Las enfermedades son una de las principales adversidades que ocasionan pérdidas significativas en los cultivos a nivel mundial. Estas son consecuencia de la acción de organismos fitopatógenos, principalmente hongos. Virus, nematodos y bacterias también son agentes causales de enfermedades en plantas. 

Los fungicidas son fitosanitarios que controlan específicamente las enfermedades que tienen como agente causal los hongos. Las enfermedades causadas por otro tipo de organismos no son controladas por fungicidas, por lo que es esencial determinar específicamente la causa de los síntomas observados previo a una aplicación. 

Los fungicidas se han utilizado durante más de 200 años para proteger las plantas contra el ataque de enfermedades. Formulaciones antiguas a base de cobre y azufre, todavía se utilizan de forma amplia y eficaz.  Luego se fueron introduciendo formulaciones complejas en principio de contacto y, con el transcurso de los años, se generaron productos más potentes y de actividad sistémica. Ya a inicios del actual milenio se desarrollaron numerosos compuestos innovadores: fenilpirrol, anilinopirimidinas, inhibidores externos de quinona, benzamidas y amidas de ácido carboxílico. Estos en general poseen mayor poder de acción por lo que las dosis recomendadas de uso son relativamente pequeñas. 

 

Clasificaciones de los fungicidas

En base a diferentes características los fungicidas se pueden clasificar de diversas maneras.

  1. Movilidad en una planta: de contacto o sistémicos: Los fungicidas de contacto permanecen y actúan en la superficie de la planta en el lugar donde fue aplicado. Mientras que los sistémicos luego de la aplicación penetran en las plantas y se mueven. Existen diferentes niveles de movilidad dentro de los productos sistémicos:  distancias cortas de forma translaminar (a través de la lámina de la hoja) o más extensas movilizándose por xilema (en una sola dirección) o floema (“sistémicos verdaderos” con movilidad bidireccional)
  2. Momento de aplicación: preventivo o curativo. Los preventivos deben aplicarse antes de que ocurra la enfermedad o con la aparición de los primeros síntomas, ya que  actúan protegiendo de la enfermedad al crecimiento nuevo no infectado. A este grupo pertenecen la mayoría de los fungicidas actuales. Son menos los activos de acción curativa, lo que significa que pueden atacar patógenos que ya infectaron la planta. Debido a su movilidad, algunos sistémicos poseen actividad tanto preventiva como curativa.
  3. Cantidad de sitios de acción: único sitio o multisitio. Que un fungicida sea de un único sitio, hace referencia a que actúa sobre en un solo punto de la vía metabólica del patógeno (una sola enzima o proteína crítica). Son altamente efectivos contra patógenos específicos y poseen menor toxicidad contra organismos no blanco, pero también presentan mayor riesgo de desarrollar resistencia, ya que en general es necesario una única mutación en el patógeno para superar la acción del fungicida. Los multisitios, como su nombre lo indica, actúan en más de un punto de la vía metabólica. En general son de contacto y afectan a muchas especies de hongos.
  4. Espectro de control: de espectro reducido o de amplio espectro. Los fungicidas de amplio espectro pueden controlar una amplia gama de patógenos en general no relacionados entre sí. En su mayoría son de contacto y con actividad multisitio. Mientras que los activos de menor espectro sólo son eficaces con una menor cantidad de patógenos que suelen estar relacionados entre sí. En su mayoría son sistémicos y con actividad en un solo sitio.
  5. Tipo de producto químico: inorgánico u orgánico. Las moléculas orgánicas, químicamente hablando,  poseen átomos de carbono en su estructura, mientras que las inorgánicas no. Inicialmente los fungicidas fueron en su mayoría formulaciones orgánicas, a base de azufre, cobre, mercurio, entre otros,  que son tóxicos para los hongos. Actualmente la mayoría de los fungicidas son compuestos orgánicos y por lo tanto poseen carbono en su composición. 
  6. Modo de acción: Este término hace referencia al proceso metabólico que es afectado por el fungicida y que provoca la muerte del patógeno. Los fungicidas pueden atacar a los hongos inactivando enzimas críticas, interfiriendo en la respiración, dañando membrana celulares, entre otras cosas.  Este modo de acción determinará cuáles hongos serán los afectados por el producto y por ende a que enfermedad se combatirá. Los fungicidas que comparten un modo de acción o grupo químico, también poseen mecanismos de resistencias comunes. La FRAC (Fungicides Resistance Action Committee)  clasificó a los fungicidas en grupos según su modo de acción. Ver publicación MOA Fungicidas.

 

Resistencia a los fungicidas

Conocemos por resistencia a la capacidad estable heredable, obtenida mediante un procesos evolutivos, que resulta en una reducción a la sensibilidad de un hongo a un fungicida

Los fungicidas que poseen un modo de acción único tienen mayor riesgo de desarrollar resistencia si los comparamos con los de modo de acción múltiples.

Podemos clasificar la resistencia en dos tipos:

Cualitativa: es el caso cuando la resistencia surge como resultado de la modificación de un solo gen principal. Esto hace que los patógenos sean o sensibles o muy resistentes. Entonces en la población resistente el control de la enfermedad ya no se puede llevar a cabo con el fungicida en cuestión, aun con dosis más altas o mayores frecuencias de aplicación.

Cuantitativa: cuando la resistencia surge como resultados de la modificación de varios genes que interactúan. Los patógenos muestran un rango variable de sensibilidad continua al fungicida que depende de la cantidad de cambios genéticos. En este caso, en los controles se ve una pérdida paulatina de eficiencia que al inicio se puede recuperar mediante el uso de dosis más altas o aumentando la frecuencia de aplicaciones. Mientras que a largo plazo se dificulta el control aun con estas modificaciones.

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Fig. 1. Grado de peligrosidad para desarrollar resistencia. Combinación de riesgo: 0,5-1,5= bajo   2-6= medio   9= alto

También ocurre lo que se conoce como resistencia cruzada, se da cuando  los patógenos que presentan resistencia a un fungicida también lo hace con otros fungicidas relacionados, aun cuando no hayan sido expuestos a este. Esto ocurre porque presentan modos de acciones similares. Eventualmente entre fungicidas con menor relación (distintos modo de acción) puede ocurrir la resistencia cruzada negativa, ya que la resistencia a un activo hace que el patógeno sea más sensible al otro activo diferente.

Normalmente las enfermedades más importantes son eficientemente controladas en base a solo unos pocos fungicidas, debido a esto cualquier pérdida de eficiencia de control de un activo por desarrollo de resistencia puede generar una problemática seria en el sector.

 

Manejo de la resistencia a los fungicidas

Para poder extender la vida útil de la efectividad un fungicida, en especial los de mayor riesgo, es de vital importancia aplicar un manejo adecuado de la resistencia. El manejo de la resistencia debe tener como objetivo retrasar su desarrollo y no actuar en consecuencia, por lo tanto deben implementarse apenas se comienza a utilizar un fungicida específico.

Los programas de manejo de la resistencia buscan minimizar el uso de los fungicidas en riesgo, sin actuar en detrimento del control de la enfermedad. Esto será posible mediante la implementación de un programa integrado de prácticas de manejo. Algunas de las prácticas  deben ser:

  • Utilizar la dosis recomendada por marbete, con la frecuencia de aplicación sugerida. El uso de dosis completas minimiza la selección de cepas que poseen sensibilidad intermedia en el caso de resistencia cuantitativa.
  • Alternar el uso de fungicidas con diferentes modos de acción y combinar o alternar entre fungicidas de bajo y alto riesgo de resistencia. Algunas formulaciones poseen diferentes activos premezclados para controlar la resistencia.
  • Continuar entre cultivos el esquema de rotación de activos, cuando un cultivo pueda ser fuente de inóculo del siguiente.
  • Aplicar fungicidas solo cuando sea necesario. Preferentemente hacerlo al inicio de la epidemia cuando la población es menor. Tener presente información existente sobre umbrales de acción de cada enfermedad.
  • Realizar monitoreo periodico para el seguimiento de la enfermedad y evaluar el control de esta luego de una aplicación. Reportar cualquier pérdida de eficiencia que pueda ser causada por resistencia.
  • Implementar medidas de control no químicas; cultivares resistentes a enfermedades, rotación de cultivos, manejo de la fertilización, uso de semillas sanas, adecuación de fecha de siembra, espaciamiento entre surcos, etc.

 

Bibliografía:

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