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30/1/24 00:00

Desafío malezas resistentes en Argentina: ¿dónde estamos parados?

Un estudio reciente analizó en detalle el pasado y presente de las malezas resistentes en nuestro país y reveló los factores detrás de esta problemática.

Las malezas representan un desafío significativo para la agricultura global, causando pérdidas de un 35% en los rendimientos.  En Argentina, hasta 1970, el control de malezas se basaba principalmente en herramientas mecánicas. La adopción de la siembra directa junto con los  cultivos resistentes al glifosato ha llevado a un aumento en el uso de herbicidas. La adopción de manera simplificada de este paquete tecnológico redujo  costos y mejoró los rendimientos, pero también ha traído consigo desafíos, como la evolución de especies resistentes a herbicidas

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La disminución en la rotación de cultivos y de modos de acción de herbicidas también se asociaron con cambios en las comunidades de malezas. Se comenzó a observar una sustitución de especies de hoja ancha por anuales de gramíneas, así como un aumento en especies dispersadas por el viento y leñosas.

En el 2001 se registró el primer caso de resistencia a herbicidas en Argentina en yuyo colorado: Amaranthus hybridus resistente a imazetapir y clorimuron. Desde entonces, el número de casos fue aumentando significativamente.  

Esto impulsó a Fernando Oreja, investigador asociado en Oregon State University, junto con otros especialistas, a la realización de un análisis detallado de la problemática, con el objetivo de ahondar en los factores y mecanismos detrás de la evolución de malezas resistentes en la agricultura argentina.

Malezas identificadas resistentes a herbicidas

Al momento del análisis, se confirmaban 43 poblaciones de 24 especies de malezas resistentes a herbicidas en Argentina. Valor que en la actualidad ya trepó a 46, según datos de la REM. 

A partir del primer informe, se registraron casos adicionales, promediando 1.4 poblaciones resistentes por año. En 2010, se identificó la primera resistencia múltiple en Lolium multiflorum ‘raigrás anual’. 

Las malezas resistentes son mayormente Monocotiledóneas (54%), anuales o bienales (88%), y exóticas (no nativas) (67%). Pertenecen a familias Poáceas (54%), Brassicáceas (17%), Asteráceas (13%) y Amarantáceas (8%). La mayor proporción de especies de gramíneas resistentes contrasta con la mayor proporción de dicotiledóneas que se observa con frecuencia a campo.

La resistencia es más común en especies de polinización cruzada (62.5%) (lo que estaría asociado a su mayor variabilidad genética) con un ligero predominio (54%) de plantas C3. Por otra parte, el 58% de las especies de verano mostraron resistencia en comparación con el 42% de las de invierno.

Figura 1 donde estamos parados

Figura 1. Gráfico de resistencias acumuladas en Argentina. Fuente: REM.

El glifosato lidera en incidencia de resistencia (92%), seguido por herbicidas inhibidores de ALS (29%). La resistencia a herbicidas tipo auxina es del 17%, mientras que ACCasa (8%) y PPO (4%) tienen la menor incidencia. 

 Los tres cultivos principales (soja, maíz y trigo) concentran el mayor número de especies y poblaciones resistentes.  La soja lidera con 19 especies y 32 poblaciones resistentes (74%), seguida por el maíz con 13 especies y 17 poblaciones (40%). El trigo y la cebada tienen 10 y 9 especies resistentes, respectivamente. 

Distribución geográfica de las resistentes

Las provincias de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, con sistemas de cultivos más intensivos, tienen el mayor número de especies resistentes

En cuanto a la distribución geográfica, la provincia de Buenos Aires lidera con un 35% de casos, los que principalmente corresponden a malezas de invierno como Lolium spp., Brassicáceas, Bromus catharticus, y de verano como Digitaria sanguinalis, Euphorbia davidii y Salsola tragus.

Le sigue Santa Fe con un 33%, donde yuyo colorado , capín (Echinochloa spp.) y rama negra, son las principales protagonistas. Córdoba ocupa el tercer lugar con resistencia principalmente en A. hybridus y A. palmeri. Otras provincias con casos registrados incluyen Tucumán (7%), Entre Ríos (5%), Chaco (2%), y Salta (2%), con diversas especies involucradas en la resistencia a herbicidas.

Figura 2 donde estamos parados

Figura 2. Distribución geográfica de las poblaciones de malezas resistentes a herbicidas documentadas en Argentina. Fuente: Oreja et al. (2023).

Resistencia asociada con modos de acción específicos de herbicidas

Las especies con mayor número de poblaciones resistentes a más de un modo de acción son yuyo colorado, raigrás, cardo (C. acanthoides), rama negra (C. sumatrensis), nabo (B.rapa) y nabillo (H.  incana). Mientras que A. palmeri y C. sumatrensis son resistentes a glifosato y ALS, L. perenne y C. acanthoides a glifosato y ACCasa, y H. incana a herbicidas auxínicos y ALS. 

En contraste, el nabón (R. sativus) es resistente solo a inhibidores de ALS y cloris (C. virgata) a glifosato. Cabe destacar que las especies con poblaciones resistentes únicas muestran resistencia exclusiva al glifosato.

En cuanto a la resistencia a glifosato, la lista está liderada por A. hybridus (17%), seguido por A. palmeri (10%) y C. virgata y L. multiflorum, ambos con un 7%. Por el lado de la resistencia a ALS, destacan A. hybridus, A. palmeri y R. sativus, cada uno con el 23%. Amaranthus hybridus también lidera en resistencia a herbicidas auxínicos con un 40%, seguido por C. acanthoides, H. incana y B. rapa, todos con un 20%.

Por otra parte, los L. multiflorum (67%) y L. perenne (33%), son las únicas especies con resistencia a herbicidas ACCasa.  

Reflexiones finales

La evolución de la resistencia a herbicidas en malezas que afectan los cultivos en Argentina está vinculada al cambio en los sistemas de producción en la década de 1990. La adopción de cultivos resistentes al glifosato y el uso extendido de este producto, trajo mayor presión de selección sobre las poblaciones de malezas y con ello la ocurrencia de resistencia. Luego la resistencia se extendió a herbicidas con diferentes modos de acción, siendo actualmente la resistencia a inhibidores de ALS la más prevalente después del glifosato. También se ha comenzado a notar resistencia a herbicidas de auxina, ya sea como resistencia única o cruzada.

Más allá de esto, la adopción de cultivos resistentes y su correcto uso podría ser parte de programas de manejo integrado de malezas, pero es crucial diseñar estrategias que minimicen la presión de selección de herbicidas, como la rotación de cultivos y la inclusión de cultivos de servicios.

Las especies de malezas continuarán evolucionando resistencia a herbicidas a una tasa alta hasta que la adopción de programas de manejo de malezas más diversificados tenga lugar en el paisaje agrícola del país. Los datos siguen sugiriendo que la vigilancia continua y estrategias de manejo para mitigar los desafíos en constante evolución, son esenciales.

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