28/5/25, 00:00
Dueños, inquilinos y una responsabilidad compartida: alquilar el campo sin hipotecar el futuro
En una Argentina donde los números aprietan y más del 60% de quienes asumen el riesgo de producir no son propietarios de la tierra, todavía hay quienes apuestan a vínculos sustentables.
El suelo es el capital de base para la producción, pero en nuestro país, la mayoría de quienes producen no son propietarios del recurso. Más del 60% de los campos se trabaja bajo la modalidad de alquiler, mayormente de renovación anual.
Con el suelo en el centro de la escena, el universo de situaciones es diverso, con empresas que saltan de un campo a otro en busca de maximizar márgenes, hasta dueños que viven a cientos de kilómetros y ven en el campo un simple recurso de renta. Pero en medio hay inquilinos y propietarios que entienden que un vínculo de largo plazo apostando al cuidado del suelo es en realidad un “ganar-ganar”.
Carlos Jusit es productor y asesor de la Regional Aapresid 25 de Mayo y conoce de cerca el desafío de encontrar un equilibrio entre rentabilidad y sustentabilidad: “hoy, muchos de los campos que cambian de inquilino cada año y que pertenecen a dueños que priorizan el precio son los que menos se cuidan”. Estos son los campos con graves problemáticas de malezas resistentes y suelos degradados.
Jusit sostiene que a la hora de negociar un alquiler es importante contemplar prácticas sustentables como la rotación de cultivos, el uso de cultivos de servicios, la incorporación de pasturas y la supervisión agronómica. “Estamos desarrollando una propuesta para negociar con los dueños de los campos, mostrando estos aspectos intangibles que, aunque no tienen un precio directo, pesan tanto como el valor del alquiler. La idea es que el propietario tenga toda la información sobre la mesa y pueda decidir si está dispuesto a resignar algo de renta para priorizar estas prácticas”, explica.
Porque cuando el vínculo se construye desde el conocimiento mutuo, las ventajas se notan: “Si trabajo bien durante tres años, puedo convencer al dueño de seguir”, cuenta.
Foto. “Hoy, muchos de los campos que cambian de inquilino cada año y que pertenecen a dueños que priorizan el precio son los que menos se cuidan” asegura el asesor Carlos Jusit
Contratos que cuidan el “suelo” como principal vínculo
En el norte cordobés, el Ing. Agr. y socio de Aapresid Javier Ventura lidera Monte Buey Agropecuaria SRL, empresa familiar que se dedica a la producción agrícola y ganadera en la zona desde hace más de 40 años, y desde hace más de 25, alquila el Establecimiento Las Palmas, en Sebastián Elcano.
“Cuando comenzamos, la actividad agrícola en el campo estaba todavía en desarrollo; es por eso que acordamos con su propietario un convenio de producción que incluía un plan de inversiones para concretar ese desarrollo”, explica Javier sobre el establecimiento que pertenece desde hace 50 años a una familia del sur de Santa Fe dedicada a la industria del cine y que apostó a esa tierra cuando pocos lo hacían.
“Con el tiempo fuimos estableciendo alquileres donde se prioriza no sólo el valor y condiciones sino también las consideraciones necesarias para producir manteniendo el suelo”, agrega Ventura. “Nos interesa que los propietarios conozcan, valoren y protejan su tierra, es por eso nos comprometemos a mostrarles cómo trabajamos, con prácticas que incluyen la rotación de cultivos, el uso de cultivos de servicios, la gestión de residuos y los balances nutricionales”. Tal es así que en Las Palmas se certifican prácticas sustentables con el sello ASC.
Foto. Con los propietarios de Las Palmas nos unen acuerdos que apuntan a la confianza y al largo plazo, ya que ambos entendemos que los procesos que encaramos juntos requieren tiempo, explica Javier Ventura sobre el campo que alquilan hace 25 años.
“Con los propietarios de Las Palmas nos unen acuerdos que buscan beneficios para ambas partes y que apuntan a la confianza y al largo plazo, ya que ambos entendemos que los procesos que encaramos juntos requieren tiempos que no dependen de la coyuntura”, explica.
Los contratos también tienen variabilidad en su valor, necesaria para enfrentar los riesgos que implica apostar a rotaciones más intensificadas, con más cultivos al año, en una zona semiárida. “Esta variabilidad permite que los malos años sean más llevaderos por quienes producen y que en los buenos años los propietarios tengan un plus de renta, llegando a tener en el tiempo valores promedios de esa zona de producción”, concluye Ventura.
Dejar la llave, pero no el compromiso
Manuel Pereyra Iraola es Agrónomo y socio de la Regional Aapresid Tandilla y después de décadas de llevar las riendas del campo familiar dedicado a la agricultura y la lechería tomó la difícil decisión de cederlo en alquiler.
Pero el objetivo nunca fue vivir de renta, sino encontrar un aliado que los acompañe en el camino de recuperar la estabilidad necesaria para retomar las riendas del establecimiento: “alquilamos todo el campo salvo lo necesario para alimentar el tambo. Fue una decisión estratégica. La empresa está muy diversificada pero su fuerte siempre fue el tambo, y frente a una lechería cada vez más desafiante y un país con más incertidumbres que certezas, alquilar fue una forma de ordenar la economía familiar”.
Con esa idea pusieron manos a la obra en la búsqueda de candidatos, y se llevaron una sorpresa: “nos encontramos con una empresa dispuesta a invertir, a alquilar en un año donde los márgenes eran muy malos,lo que no solamente nos minimizó el riesgo, sino que lo equiparó con un ingreso posible. Vinieron a fertilizar basándose en modelos de diagnóstico, dispuestos a generar coberturas donde haga falta, mejorar el suelo, buscar híbridos de punta”, explica el Agrónomo.
Manuel asegura que hay en el medio empresas que tienen como estrategia tener todos los años un poquito menos, pero seguir estando en un campo, que perderlo de un año para el otro. Dispuestas a maximizar su beneficio con estrategias distintas a la de exigir el suelo hasta dejarlo explotado e irse, sino con apuesta tecnológica y redes de capacitación técnica.
Esas empresas entienden la actividad como un ganar-ganar. “Por ejemplo, el año pasado la seca nos dejó cortos de silo de maíz para el tambo, y la firma nos cedió parte de la superficie alquilada para que sembremos y recuperemos ese forraje”, recuerda.
Foto. Manuel Pereyra Iraola alquiló parte de su campo en busca de un aliado que le devolviera la estabilidad necesaria para retomar las riendas del tambo familiar.
En el otro extremo, es importante encontrarse con dueños involucrados, asesorados, conscientes del valor de su capital y de la importancia de reinvertir parte de la renta en mantenerlo. “Del lado de quien alquila, es difícil asumir el riesgo de invertir para cuidar un campo y resignar renta cuando del otro lado hay un dueño sin visión de largo plazo. Es una equivocación que se puede pagar muy cara, cierra Manuel.
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