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30/3/22 00:00

Enfermedades de fin de ciclo en soja: sensibilidad a fungicidas

Las EFC causan pérdidas entre un 10 al 30% del rinde en soja y. cada vez son más frecuentes las fallas en el control químico con los activos más usados. ¿Por qué ocurren? ¿Cómo evitarlas?¿Cuándo sospechar de resistencia?

Las EFC en soja, son las enfermedades que pueden infectar al cultivo en  etapas tempranas, ya sea desde semilla o rastrojos, pero que evidencian síntomas recién en etapas reproductivas avanzadas. Las EFC pueden causar pérdidas entre un 10 al 30% del rendimiento, dependiendo de las condiciones ambientales en cada campana, especialmente de las lluvias.

Según la última encuesta REM realizada a socios de Aapresid, en la campana 2020/2021, las principales enfermedades  que tuvieron que enfrentar los productores en soja fueron: Septoria glycines comúnmente conocida como mancha marrón y   Cercospora kikuchii o tizón foliar, ambas comúnmente conocidas como enfermedades de fin de ciclo (EFC). 

Las estrategias de control químico más utilizadas y su eficacia

En cuanto a las necesidades de control químico, la misma encuesta reveló que, en promedio a nivel país, el 68% de los productores sojeros tuvieron que realizar aplicaciones de fungicidas foliares para tratar estas enfermedades.  

Pero el dato más llamativo es que de estas aplicaciones, el 82% fueron realizadas con la mezcla de triazoles + estrobilurinas, dejando muy atrás a los demás grupos químicos o a sus compuestos por separado.

 

Gráfico 1. Encuesta REM a Socios Aapresid 2021


 

Carlos Gosso, es asesor de la zona de San Jorge, Santa Fe, socio de Aapresid y miembro del equipo REM. y junto a su equipo llevan adelante ensayos en microparcelas donde evalúan eficiencia de diversos grupos químicos fungicidas en soja, entre los cuales se encuentran las mezclas más convencionales de triazoles + estrobilurinas, así como  mezclas más novedosas que incluyen carboxamidas y triazoles distintos a los usados comúnmente. 

Como resultado, desde hace unas  5 campanas, observan que los fungicidas con más antigüedad muestran eficiencia de control cercanas al testigo y que las nuevas moléculas evaluadas duplican en control a las más viejas, lo que se traduce en rendimiento en promedio de 150 a 200 kilos más de producción por hectárea.

 

Foto 1: Tizón foliar en soja

¿Por qué fallan los controles de las EFC y cuándo debemos sospechar casos de resistencia?

 La Red de Manejo de Plagas de Aapresid contactó a los miembros de la Cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la UBA, el Dr.  Marcelo Carmona y el Dr. Francisco Sautua para consultarles sobre esta problemática que se generaliza a campo.

 En principio, los investigadores remarcaron que existen diversas causas que pueden derivar en fallas de control del patógeno a campo, por lo que se deben ir descartando desde las causas más generales hasta llegar a casos particulares. No toda falla de control debe ser atribuida en forma directa a la aparición de resistencia. Algunas consideraciones básicas a tener en cuenta deberían ser: 

 1- Controlar que se hayan respetados las dosis de marbete del producto aplicado. El uso de una subdosis, dosis menores a las recomendadas o divididas, es un indicador de riesgo de generación de resistencia, ya que se le está otorgando al hongo una doble chance de  sobrevivir al ataque con el activo. No son poco comunes este tipo de recomendaciones erróneas,  resultando en un problema importante en aplicaciones de fungicidas tanto para soja, como trigo o cebada.

 2- Chequear la eficiencia del fungicida a aplicar frente al patógeno que se desea controlar. Debido a la variedad de los patógenos, existen diferencias de fungitoxicidad de los ingredientes activos frente a cada patógeno. 

 3- Realizar la aplicación en el momento adecuado, según el marbete de cada producto y tomando de referencia  el umbral de decisión o de dano económico o  los sistemas de decisión

 4- Tener presente la calidad de aplicación adecuada para llegar al objetivo, calibración del equipo pulverizador y protección de las gotas según condiciones ambientales.

 Una vez que hayan sido descartados  inconvenientes “básicos” que pueden ocurrir a nivel del lote, es cuando se debe comenzar a sospecharse  de la pérdida de sensibilidad del patógeno. Los investigadores aclaran que la pérdida de sensibilidad es aún un paso previo a la determinación de la resistencia, ya que este último concepto implica un cambio genético en el patógeno que se hereda y es adquirido por toda la población con el tiempo.  

 Los pasos para determinar efectivamente la resistencia en un hongo incluyen como primera medida la toma de muestra a campo de lotes en donde se hayan evidenciado fallas de control. Luego es necesario realizar una amplia colección de aislados  monospóricos para asegurar la homogeneidad genética, para generar representatividad y poder exponerlos a un gradiente de dosis de cada activo, idealmente de la droga de grado técnico (90% de pureza).

 

Panorama nacional de la resistencia en EFC

 Carmona y Sautua lideraron un proyecto de investigación sobre la sensibilidad de los patógenos a los fungicidas, enfocándose específicamente en Cercospora sp. Para ello realizaron un relevamiento de unas 500 muestras provenientes de gran parte del país (SE de Buenos Aires, región pampeana y NOA). Las muestras fueron  procesadas y aisladas para luego estudiar su comportamiento frente a distintos grupos químicos de fungicidas. En este caso se analizaron: las estrobilurinas y las carboxamidas (ambos grupos químicos actúan inhibiendo germinación de esporas, por lo que se consideran preventivos a campo), los triazoles y  los bencimidazoles (actúan inhibiendo el crecimiento del hongo, por ello a campo tienen acción curativa) y el mancozeb como un ejemplo de multisitio (activo que también que actúa inhibiendo la germinación de esporas).

 Los datos obtenidos fueron contundentes. En primer lugar se encontró una resistencia al grupo de estrobilurinas muy generalizada, ya que el 100% de las muestras fueron por igual resistentes. Cabe destacar que este grupo químico se usa desde hace más de 20 anos en nuestro país para el control de este patógeno en particular. 

 Con las carboxamidas también se encontró un bajo nivel de control general, aunque en este caso los investigadores consideran como hipótesis que esto puede deberse más a una condición natural del patógeno de insensibilidad a este grupo químico que a una resistencia. Se están llevando a cabo ensayos para confirmar esta hipótesis. En el caso de los bencimidazoles se evaluó el carbendazim, el 50% de las muestras evaluadas mostraron un nivel de  resistencia muy fuerte, mientras que el otro 50% se presentó como muy sensible a este grupo químico.

 Además se evaluaron cinco ingredientes activos pertenecientes al grupo de los triazoles y todos ellos presentaron aún niveles de fitotoxicidad aceptables frente al hongo. Sin embargo, hubo diferencias entre cada ingrediente activo, ya que mientras que el difenoconazole presentó alto nivel de control, el ciproconazole no mostró un control tan marcado, lo que podría interpretarse como un inicio de pérdida de sensibilidad. 

 Por último en el caso del mancozeb (fungicida protector, preventivo no móvil que actúa principalmente durante la germinación de esporas) los informes preliminares indican que deben continuarse las investigaciones en laboratorio y a campo debido a que los primeros resultados preliminares no arrojaron altos  valores de fungitoxicidad probablemente  debido a que se hicieron  sobre micelio del hongo  y no  sobre las esporas.  

 El paso siguiente a la definición de la resistencia es dilucidar cuál o cuáles son los mecanismos que están involucrados en la generación de la misma. Sautua explicó que la resistencia puede ser provocada por diversos mecanismos, pero el más común es la ocurrencia de una mutación genética (cambio de un aminoácido en una proteína del genoma del patógeno), que es heredable. 

 A nivel científico estas mutaciones se buscan identificar para poder describir en profundidad la resistencia, aunque no es una tarea sencilla ya que implica el uso de diversos recursos. 

En esta investigación, que se enmarcó en la tesis doctoral del Dr. Francisco Sautua, los resultados que se observaron sobre esto fueron:

 Para estrobilurinas en el 100% de los aislados encontraron la mutación G143A que confiere altos niveles de resistencias.En el caso de los bencimidazoles, el 50% de los aislados que corresponden a los que presentaron resistencia tienen la misma mutación E198A, mientras que el resto de los aislados no la presentaron. Para triazoles no se encontraron mutaciones, lo que se correlaciona con sensibilidad que se vio en la totalidad de la muestras frente a estos activos (solo  en una muestra proveniente de Bolivia se encontraron 2 mutaciones en el patógeno que se comportó como resistente al fungicida).Por último, en el caso de las carboxamidas tampoco se encontraron mutaciones, por lo que se avala la hipótesis a confirmar sobre que la baja sensibilidad se debe a la naturaleza del hongo y no a mecanismos de resistencias.

 Como conclusión general de la investigación, los fitopatólogos remarcaron que toda esta información permite confirmar que actualmente el control a campo del tizón foliar recae en los triazoles de acción curativa pero no preventiva,  ya sea en las aplicaciones de mezclas de triazoles+estrobilurinas o en las triple mezclas. Aunque se debe seguir corroborando con ensayos a campo, mediante evaluaciones que aún están en desarrollo. 

 Resistencia en EFC: ¿hacia dónde vamos?

 Como comentarios finales Marcelo Carmona expresó que, debido al sistema de producción actual, el aumento de casos de resistencia en hongos es inevitable y solo es cuestión de tiempo para que se siga acrecentando la problemática, ya que se debe a un proceso que depende de la biología del patógeno, la presión de selección del ser humano con la forma  de uso y tipo de fungicidas y también de la dinámica de las poblaciones. 

 También manifestó que observa en el sector una cierta  dificultad para  enfrentar esta verdad que va en aumento,  debido en primera instancia a que es una problemática  mucho más difícil de observar y cuantificar que, por ejemplo, las resistencia de las malezas a los herbicidas. En esa línea el fitopatólogo remarcó la necesidad de una toma de conciencia por parte de los productores y técnicos para empezar a formar parte de la solución a través de un manejo integrado efectivo que pueda soportar las variaciones en las poblaciones de los patógenos.



 

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