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28/4/25, 00:00

Estrategias para la fina, región por región

Más allá de los factores climáticos y ambientales, son cada vez más los factores económicos los que entran en juego a la hora de apostar al trigo, obligando a los productores a ‘afilar el lápiz’ y ajustar estrategias a un contexto cambiante.

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FOTO. En el sur de Buenos Aires, la cebada entra como alternativa cuando el trigo no cierra, por manejo o números.

En un escenario climático y económico incierto, la fina se perfila como una decisión estratégica: trigo si, trigo no, diversificar con otras especies, o bien, pasar de largo. Por otra parte, quienes deciden apostar a la gramínea, toman nota de la campaña pasada y ajustan variables clave como identificación de ambientes, fertilización y anticipación comercial. Productores de los Nodos Regionales Litoral, Centro y Sur de Aapresid comparten experiencias y expectativas para este 2025.

Desde el centro de Buenos Aires, Federico Botti (ATR Regional 25 de Mayo) remarcó que el doble cultivo sigue siendo atractivo, sobre todo si la soja de segunda se comporta bien. Pero en muchos casos el maíz aparece como opción más rentable. “La comercialización es el gran pendiente: hay que capturar precios a tiempo, no esperar a la cosecha”, recomendó.

Cuando se analizan los márgenes de la pasada campaña en campos alquilados, se observa que la decisión está fuertemente condicionada por el alquiler: “en nuestra zona, si el arrendamiento sube de 12 a 18 qq/ha, necesitamos pasar de 4.800 a 5.300 kg/ha de rinde de indiferencia para que el trigo sea rentable”, explicó Botti.

En el Nodo Sur, el ATR de la Regional Aapresid Bahía Blanca, Martin Dumrauf, fue un paso más allá y estimó márgenes brutos con un trigo a 220 USD/tn: “con alquileres de 200 USD/ha, el negocio recién empieza a cerrar a partir de 3000 kilos/ha, mientras que con 90 USD/ha, ya desde los 2500 kilos/ha hay algo de ganancia”

Así, los asesores coinciden en que cuando el alquiler aprieta, es clave un rinde que acompañe. Por eso, cuando por definiciones contractuales se hace difícil planificar siembras tempranas y apostar a un trigo rendidor, Botti abre el abanico con camelina como alternativa que entra en una ventana ideal. “Se siembra en junio, se cosecha en noviembre, genera ingreso y reduce el uso de agroquímicos al competir con malezas”, describió.

Desde sus pagos, Dumrauf señaló que la cebada es la alternativa más directa si el trigo no cierra por precio o manejo. “En 2015 pasó eso y la superficie de cebada se disparó”, recordó. “También hay espacio para avena con destino forrajero, especialmente en campos mixtos, que son mayoría en la zona”.

Desde la Regional Aapresid Paraná, el ATR Rodrigo Penco afirmó que en el Nodo Litoral el trigo seguirá firme en 2025/26, aunque hay creciente interés por crucíferas como camelina, carinata, colza o canola. “Son cultivos interesantes, pero todavía con rendimientos más inestables. Requieren más manejo y asumir riesgos”, señaló. En caso de que falte agua para la siembra de invierno, la salida más habitual es hacer maíz temprano o soja de primera, dos cultivos que tienen buena demanda local.

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FOTO. En el Nodo Litoral los productores apuestan a materiales resistentes a roya y mancha amarilla. 

Lecciones del 2024

En el Nodo Centro, a pesar de una siembra con lluvias escasas y un septiembre complicado, el buen cierre climático permitió superar los 5.200 kg/h, por encima de los 4.800 kilos de promedio histórico de la zona. “Fue clave que no hubo heladas en el período crítico”, resaltó Botti.

En el sur de Buenos Aires, el panorama climático fue más exigente: “la falta de agua en septiembre y octubre puso en riesgo los cultivos, pero las lluvias de noviembre ayudaron a salvar parte de la campaña”, explicó Dumrauf . La variabilidad en los ambientes es una característica de la zona, y esto se reflejó en los rindes, que promediaron los 2.500 kg/ha, con pisos de 1.500 y techos de hasta 5.000 kilos.

El Nodo Litoral también transitó un paisaje variado, con extremos de 1.000 y 5.500 kilos/ha, y promedios de 3000/3200 kg/ha. “Si bien la recarga inicial de los perfiles fue buena, el retraso en la cosecha de soja de segunda y de las lluvias hasta el mes de junio, afectó la siembra de trigos de ciclo largo”, comentó.

La elección de variedades adaptadas, el escalonamiento de fechas de siembra y el control sanitario fueron parte del combo técnico aplicado por los productores.

En el Nodo Centro, la apuesta usual es a los ciclos intermedios sembrados en la primera quincena de junio, y a los ciclos cortos entre finales de junio y principios de julio. Pero lograr esta distribución fue difícil en 2024: “los trigos de ciclo largo, que suelen rendir más, esta vez sufrieron por la falta de agua, o directamente no se sembraron.” apuntó Botti.

Dumrauf, explicó que en el Sur se siguen usando variedades de ciclo largo, porque se adaptan bien al frío y a las condiciones locales, sembrados mayormente entre mayo y junio”, detalló.

En Entre Ríos, Penco señaló que se utilizaron tanto trigos largos como cortos, ajustando según el lote y la disponibilidad de agua.La genética en la región evolucionó mucho. Se buscan variedades resistentes a roya y mancha amarilla, lo que permite reducir la aplicación de fungicidas, indicó.

Fertilización: precisión y ajuste por ambiente

En los Nodos Centro y Sur, los análisis de suelo fueron punto de partida para definir dosis de nitrógeno, que se aplican tanto a la siembra como en macollaje. Las cantidades varían según el ambiente, con un rango de entre 60 y 120 kilos por hectárea. Según las necesidades del lote y el potencial del cultivo, se complementa con fertilizaciones de fósforo, azufre y, en algunos casos, zinc foliar, un nutriente que mejora la eficiencia del nitrógeno y contribuye a la tolerancia al estrés.

La incorporación de herramientas de fertilización variable sigue ganando terreno, especialmente en ambientes muy diferenciados, donde la inversión se justifica. Cada vez más lotes se manejan con esta lógica, ajustando dosis en función de mapas de rendimiento y ambientes.

En el Litoral, el manejo de nutrientes es más conservador: “la recarga hídrica en febrero define la inversión en fertilizantes, que a su vez conlleva una logística difícil”, afirmó Penco.

Malezas: presión creciente y estrategias integradas

El raigrás resistente es una amenaza que no discrimina regiones. En 25 de Mayo, Botti explicó que se controla bien con pos-emergentes, aunque hay preocupación por el avance de las crucíferas como nabo y nabón. “Hay que anticiparse, planificar cada lote con tiempo”, advirtió.

Dumrauf fue más categórico: “El gran drama en nuestra zona es el raigrás resistente a glifosato y cletodim”. Por eso, en Bahía Blanca se generalizó el uso de preemergentes, incluso combinados con glufosinato

La rotación con cebada o avena, y el uso de cultivos de servicios, también ayudan a mantener la sanidad.

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FOTO. En 25 de Mayo, al raigrás resistente se suma preocupación por el avance de  nabo y nabón.

En Entre Ríos, Penco señaló que el cultivo de trigo es útil para limpiar el lote antes de la gruesa, sobre todo contra yuyo colorado. Aun así, el raigrás resistente y la avena negra generan complicaciones. “La clave es manejar la rotación y ajustar fechas y densidades para evitar escapes”, explicó

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