14/11/22, 00:00
Fertilización en maíces del NEA: resultados que “marcan el norte”
La Red de Nutrición de Cultivos del Norte Argentino presentó en su última revista resultados sobre la respuesta a la fertilización para la región.
El norte argentino tiene mucho para explorar en cuanto a potenciales de cultivos como maíz, donde la fertilización es crítica para alcanzar buenos resultados. Conocer de qué manera las variables ambientales y de manejo condicionan a la respuesta al agregado de nutrientes como nitrógeno (N) es uno de los objetivos de la Red de Nutrición de Cultivos del Norte Argentino de Aapresid.
En su última Revista, la Red publicó datos de ensayos en 26 sitios desde el norte de Santa Fe, Chaco hasta Santiago del Estero, sobre la respuesta a la fertilización, identificando algunas variables clave a ajustar para lograr los mejores resultados
Agua útil y N a la siembra, cobertura y antecesor: algunas de las variables que inciden en la respuesta a la fertilización
Los ensayos de la Red revelaron respuestas significativas a la fertilización nitrogenada para maíz en la región, con aumentos de entre 19 y 32% de rendimiento (1308 a 2655 kg ha-1, respectivamente) en 20/21 y del 4 al 61% (430 kg ha-1 a 4349 kg ha-1) en 21/22.
Estas respuestas estuvieron determinadas por el N del suelo y agua útil a la siembra, cobertura y cultivo antecesor. En cuanto a N a la siembra, se vieron respuestas significativas a la fertilización en la campaña 21/22, la cual tuvo una tendencia hacia menor cantidad de nitratos a la siembra.
La cobertura con rastrojos fue otra de las variables que influyó en la respuesta a la fertilización: en general, aquellos sitios con mayores niveles de cobertura al momento de la siembra del maíz mostraron respuestas significativas
Muy ligada a la cobertura, el agua útil (AU) disponible fue otro de los factores clave en la respuesta al agregado de N (un suelo desprotegido pierde más humedad). Los valores de AU registrados en la última campaña superaron a la anterior, con registros de hasta 76% de AU en el primer metro de profundidad. Y esto se vio reflejado en una mayor respuesta a la fertilización.
Las respuestas más significativas se dieron en sitios con antecesor invernal trigo o barbechos con mayores porcentajes de cobertura y agua útil a la siembra.
Por último, aunque no menos importante, un aspecto clave que se incorpora cada vez más al manejo del N tiene que ver con cómo se mide la disponibilidad de este nutriente. Los ensayos de la Red muestran que, a “la foto inicial” que ofrecen los métodos de diagnóstico más usuales (suma de nitratos en suelo y aporte de N del fertilizante), es clave sumar el aporte de N por mineralización (Nan). El Nan permite ir viendo “la película” del N, campaña tras campaña, y lograr mejores ajustes en las dosis a aplicar.
Fósforo en el NEA: a no darlo por sentado
Si bien en la región la dotación de fósforo (P) es muy alta, algunos sitios de la Red mostraron caídas en este nutriente, con una concentración de P (Bray 1) menor 20 ppm, versus un promedio que estuvo por arriba de 39 ppm. Esto enciende las alarmas para empezar a tomar cartas en el asunto.
Otra de las notas de la Revista de la Red de nutrición de cultivos del Norte argentino de Aapresid, muestra experiencias exitosas de recuperación de P en el centro-oeste de la provincia de Córdoba a través de adecuados diagnósticos y herramientas de manejo sitio específico.
La nota sostiene que las aplicaciones de fertilizantes fosforados al voleo con dosis variables permiten reconstruir el P del suelo en el mediano y largo plazo (el estudio se realizó entre 2013 y 2019), con incrementos de hasta 1 ppm anual. Como era de esperar, registraron que este aumento impacta de lleno en el rendimiento de los cultivos de la rotación a lo largo de los años, con una marcada respuesta en el caso del maíz.
Imagen: (C) Mapa inicial de P del suelo en ppm (soilM) medido en 2013; (D) mapa luego del re-muestreo (soilR) en 2019.
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