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3/11/23 00:00

El futuro del Agro ante el cambio climático: ¿y si tuviéramos la bola de cristal?

Los modelos de simulación para predecir escenarios futuros son cada vez más usados en el Agro. La red de Carbono de Aapresid los aplicó para conocer el potencial del sector en la mitigación del cambio climático.

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La Red de Carbono de Aapresid apunta a conocer el potencial de secuestro de carbono de los suelos agrícolas y las oportunidades del Agro como aliada contra el cambio climático. Días atrás, la Red publicó su primer informe donde se analiza el estado actual de secuestro de carbono en los suelos agrícolas en 190 sitios en todo el país y, mediante modelos de simulación, realiza una proyección de posibles cambios en estas reservas en base a distintos escenarios para los próximos 20 y 50 años.

Guillermo Peralta, Coordinador técnico de la Red, brinda una visión detallada sobre cómo se llevó adelante este estudio liderado junto a Syngenta.

Modelos de simulación: una ventana al futuro

“Así como hablamos de brechas de rendimiento como la diferencia que existe entre los niveles actuales de producción y los que podría alcanzar un productor de una determinada zona, podemos también hablar de brechas de carbono orgánico del suelo (COS), como la diferencia que hoy existe entre los niveles actuales de carbono en el suelo, los niveles que podría alcanzar en el mediano plazo, y los niveles potenciales o máximos”, explica Peralta. 

“La Red de Brechas de C usó modelos para estimar qué pasaría con los niveles de secuestro de carbono en el suelo si en toda el área agrícola se pasara de un manejo tradicional a uno mejorado”. Para esto se usaron modelos reconocidos a nivel local e internacional que fueron calibrados y validados con información local, usando datos de ensayos de larga duración de AAPRESID y de otras fuentes. 

Se previeron 4 escenarios: uno que simula lo que pasaría de mantenerse el manejo actual o tradicional (business as usual) y 3 escenarios de “manejo mejorado” en los cuales los niveles de aporte de C al suelo se incrementan progresivamente (escenario bajos, medios, y altos incrementos) respecto al manejo actual.

Para conocer cuáles pueden ser los mayores niveles de incremento a los que podemos aspirar y proyectar estos cambios en el tiempo se tomó como referencia el manejo de productores “líderes” de cada región que implementan prácticas superadoras. Estos valores se compararon con los niveles de secuestro de carbono promedios de cada zona, logrados con manejos tradicionales. 

Se necesitó información georreferenciada de los últimos 5 años: historia de cultivos, rendimientos, aportes de materia seca, cobertura a lo largo del año, etc. Por otro lado, se requirió información de suelo como textura y clima para cada región. 

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Foto. Carbono inicial, evapotranspiración y tipos de suelos, algunas de las capas de información georeferenciadas para la construcción de los modelos de COS.

Los posibles escenarios para ‘elegir nuestra propia aventura’

Los modelos muestran que existe una brecha promedio del 54% entre los niveles actuales  y potenciales de COS. Esta cifra indica que Argentina está operando a menos de la mitad de su potencial en términos de captura de carbono. 

A su vez, se observó que mientras algunas zonas muestran brechas del 10-15% (estando muy cerca de su máxima capacidad de captura) otras zonas alcanzan brechas del 70% o más.

Por otro lado, se vio que hay productores líderes que hoy están aportando entre un 20% y un 70% más de carbono al suelo que la media de los productores de su zona. 

Estos productores aplican prácticas ‘de alta captura’ como siembra directa continua, rotación con gramíneas, cultivos de servicios y nutrición balanceada. “De hacer masivas estas prácticas, la agricultura sería capaz de capturar volúmenes de carbono del suelo equivalentes a la mitad de sus emisiones”, dispara Peralta

Por otro lado, agrega que, “para acercarnos escenarios de altos incrementos en el COS sería necesario adoptar, además de las prácticas anteriores, estrategias como los sistemas mixtos y agroforestales, así como aquellas tendientes a reducir las emisiones, como la gestión de la fertilización y la eliminación de la quema de biomasa, al menos en situaciones puntutales”.

Pero más allá de proyectar escenarios futuros, estos modelos tienen una utilidad hoy. “Los productores pueden comparar sus niveles de COS respecto de las medias zonales y saber si necesitan reorientar su manejo en pos de mejorar la captura. Y dejando a un lado aspiraciones de gran escala como la mitigación del cambio climático, no debe olvidarse que el COS es un indicador de salud del suelo y de su potencial productivo real. 

Lo que sigue

Peralta advierte que es clave contar con más información de distintas zonas del país para enriquecer las bases de datos y disminuir las incertidumbres de las estimaciones. 

Pero además, es necesario que más actores participen en estas iniciativas, para ayudar a que más productores adopten prácticas de manejo orientadas a disminuir emisiones, no sólo para la sostenibilidad de la agricultura, sino también para mejorar la imagen del país en el contexto internacional en relación con la mitigación del cambio climático.

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