26/3/22, 00:00
Manejo del pastoreo de la A a la Z.
Arrancó la implantación de pasturas, y planificar el pastoreo es clave. Fecha y duración del primer ingreso, carga animal, tamaño de las parcelas y descansos, todo en esta nota.
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En pasturas, la genética, la calidad de siembra y la fertilización son pasos que conducen a tener más y mejor oferta forrajera. Sin embargo, de nada sirve si no se la aprovecha eficientemente. La implantación de pasturas templadas ha comenzado en buena parte de la región, por eso, Agenda Aapresid conversó con referentes para refrescar las bases para un manejo eficiente del pastoreo y apuntar a los mejores resultados.
Fecha de ingreso y duración del pastoreo
“La planificación de la pastura y su consumo es fundamental, ya que es un recurso perenne que va a permanecer 4 o más anos en lote”, explicó José Jáuregui, profesor en la cátedra de Forrajes en la UNL y miembro del equipo de desarrollo de Gentos.
La temperatura, las condiciones de radiación y humedad de la zona van a influir sobre el tiempo térmico acumulado de la pastura, y este último, sobre el momento de ingreso. La fecha de siembra tiene fuerte impacto sobre este factor: “pasar de sembrar una alfalfa el 1º de marzo al 1º de mayo implica casi 90 días de atraso en la fecha del primer aprovechamiento, llevándolo hacia la primavera avanzada”, detalló.
En cuanto a la reina de las forrajeras, si está destinada a pastoreo deberíamos demorar el ingreso hasta tener al menos un volumen importante de pasto (3,5-4 tn) para asegurar buen desarrollo de raíces, recomendó el especialista de la UNL. En primavera, es ideal entrar a pastorear una alfalfa con 8-9 nudos y no más de 30 cm de altura, “cuando el aprovechamiento es altísimo”, senaló Martín Bigliardi, Técnico en Desarrollo de Gentos y productor lechero. En cambio, en otono es recomendable dejar 14-15 nudos para que acumule volumen y recupere las raíces y corona y, fundamentalmente en grupos más altos (VIII, IX y X), “apuntar a descansos más largos o en dos épocas”.
Para las gramíneas, el manejo es más sencillo. Se debe esperar para entrar hasta que las plantas tengan mínimamente 3 hojas por macollo y que haya buen anclaje. Mantener este criterio en el tiempo mejora el comportamiento y calidad de la pastura, y aumenta la consociabilidad con leguminosas ya que se regula la competencia de la gramínea.
En cuanto a duración del pastoreo, cuanto más tiempo dejemos los animales en el lote mayor será la variación en la calidad del recurso. En alfalfa se deben evitar estadías prolongadas, sobre todo en primavera cuando la planta está rebrotando, ya que de comer los brotes podría comprometer al posterior crecimiento de raíces. Es más conveniente hacer franjas de una semana, sugirió Jáuregui.
Carga animal, tamano óptimo de las parcelas y tiempos de descanso
El tamano óptimo de la parcela va a depender de qué producción tenga, el número de animales y de la eficiencia de cosecha que pretendamos lograr. La clave está en cuantificar el forraje: “en cuanto medimos la cantidad de pasto, podremos ajustar la carga animal y el consumo, y así definir el tamano óptimo de la parcela”, resaltó.
Con respecto a los tiempos de descanso, Jáuregui explicó que en alfalfa hay dos momentos cruciales: la primavera, “donde hay que acelerar y entrar temprano” y el otono, “cuando hay que bajar la pata y dar un descanso más largo” para que la pastura se recupere y lograr más persistencia y producción futura.
Ventajas de intensificar el pastoreo
Según los especialistas, si uno apunta a intensificar el sistema hacia un esquema más rotativo, “afinar las mediciones y hacer una recorrida semanalmente, va a permitir ir presupuestando pasto y que el sistema avance hacia un mejor uso”.
Está comprobado que medir incrementa la renta, ya que “dependemos menos de la suplementación y se cosecha mucho más forraje”, precisó Jáuregui, y agregó: “todo lo que hacemos a pasto suele costar entre la mitad y un tercio de lo que hacemos con suplementos”.
Pasar de sistemas extensivos a más intensificados y bien manejados también repercute positivamente en el ambiente. Pensando en emisiones de gases de efecto invernadero, “si el animal come un forraje de mayor calidad va a emitir menos metano por una mejor conversión del alimento”, aseguró.
Al cierre, subrayaron el valor de seguir apostando a producir carne y leche en base a pasturas. “Hay que ponderar cada vez más el uso del pasto como algo positivo, el rumiante como un ser vivo capaz de transformar sustentablemente pasto en proteínas de altísimo valor biológico. Poder certificar carne carbono neutro o incluso carbono positivo está vinculado directamente a la ganadería sobre pasturas”.
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