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4/10/23 00:00

Manejo de Spiroplasma y su vector, aliados temidos en los maíces del norte

Un repaso por la biología y manejo de Dalbulus maidis, la chicharrita que transmite Spiroplasma, una enfermedad que avanza en el norte y puede provocar pérdidas de hasta el 70 % en maíz.

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Síntomas de Spiroplasma en la zona de Sacháyoj, Santiago del Estero. A la izquierda: hojas rojizas, entrenudos cortos y múltiples espigas; a la derecha: infertilidad de la espiga. Créditos: Ing. Agr. Alejandro Ramos (Chacra Sacháyoj) e Ing. Agr. Victorio Morand (RTD Chacra Sacháyoj).

El achaparramiento del maíz, producido por Corn Stunt Spiroplasma (CSS) o Spiroplasma, es una enfermedad que afecta principalmente al norte del país. Es una de las más temidas por los productores por su enorme potencial de daño: las pérdidas de rendimiento pueden superar el 70%. En esta nota repasamos la biología de su vector y las claves de manejo.

Sobre Spiroplasma y su aliada la chicharrita

El agente causal de la enfermedad es la bacteria Spiroplasma kunkelii, la cual se aloja exclusivamente en la planta de maíz, puntualmente en el floema por donde circulan los productos de la fotosíntesis. Este patógeno se va transmitiendo de una planta a otra gracias a su vector la chicharrita Dalbulus maidis

El plato favorito de la chicharrita también es el maíz, del cual se alimenta mediante su aparato bucal picador-suctor inyectando así el patógeno. Esta plaga tiene la capacidad de transmitir además otras enfermedades asociadas al CSS, como Fitoplasma (Maize Bushy Stunt, MBS) y Virus del rayado fino (MRFV), pudiendo presentarse combinadas. 

Se la reconoce por su tamaño muy pequeño (3 a 4 mm de longitud) y su color amarillo pajizo con dos manchas redondas negras sobre el vértice de la cabeza (Figura 1). Las alas traseras son traslúcidas y se extienden más allá de la punta del abdomen, mientras que las ninfas son de color amarillo traslúcido y carecen de manchas.

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Figura 1. Adultos de Dalbulus maidis. Créditos: Ing. Agr. MSc. Macarena Casuso (EEA INTA Las Breñas).

 

Ciclo de la plaga

Dalbulus maidis presenta por lo menos cinco generaciones desde noviembre a mayo. Sobreviven el invierno en “puentes verdes” y luego colonizan rápidamente el maíz temprano siguiente sin generar grandes daños. Esta colonización es ayudada por el viento y el comportamiento nervioso de los adultos que favorece el desplazamiento a mayores distancias. 

En un intercambio con REM, la especialista Macarena Casuso (EEA INTA Las Breñas), comentó que los inviernos benignos y secos de las últimas tres campañas podrían haber favorecido a la supervivencia de adultos de esta especie, que permanecen en la zona refugiados en cultivos como trigo, sorgo y diversas malezas, a la espera de su hospedante principal.

Su invasión se da en el momento que germina el maíz, localizándose principalmente en el envés de las hojas en torno a la nervadura central. Las infecciones más nocivas se producen en el estado de plántula o en los primeros estadios de desarrollo. El mayor problema lo tienen los maíces tardíos sembrados en diciembre y enero que son los que reciben los picos poblacionales de la plaga. 

En promedio, 5 a 7 días son suficientes para lograr el más alto porcentaje de transmisión aunque para híbridos susceptibles, 1 a 2 días suelen ser suficientes. Los síntomas aparecen entre los 21 y 30 días después de infectada la planta. 

Manejo de Dalbulus maidis

El monitoreo de este insecto no es fácil debido a su tamaño y velocidad, por lo que hay que ser precavidos al acercarse a la planta que se desea monitorear. A raíz de la susceptibilidad del maíz a Spiroplasma, se recomienda realizar un muestreo sistemático semanal de 10 repeticiones en 10 plantas cada una, tomadas al azar, desde la emergencia de la plántula hasta alcanzar el estado vegetativo V7-V8 (Hruska & Peralta, 1997).

En nuestro país no existe un umbral de aplicación para el control de D. maidis, de manera que para combatir la enfermedad es fundamental llevar adelante un manejo integrado similar a otros virus y viroides.

Una de las estrategias es la utilización de híbridos tolerantes al achaparramiento ya que existen diferencias en la respuestas de los distintos genotipos frente a la enfermedad. En cuanto a alternativas químicas, se pueden emplear terápicos de semillas y aplicaciones foliares durante los primeros estadios vegetativos del cultivo (Tabla 1). Sin embargo, diversos estudios como los de Oliveira et al., 2004 y ensayos realizados por el INTA Las Breñas han mostrado que el control a campo es complejo: un buen control sobre el vector no necesariamente asegura el control de la enfermedad

Esto se debe a que la chicharrita puede alimentarse de varias plantas antes de morir por la aplicación o pueden ingresar individuos infectados de lotes vecinos. Cabe aclarar que en Argentina no hay productos registrados para el control de Dalbulus maidis, pero sí existen productos para otro Cicadélido llamado Delphacodes kuscheli, vector de MRCV (Virus del mal de Río Cuarto) (Tabla 1).

Tabla 1: Dosis y formas de uso recomendadas de diferentes principios activos registrados para el control de Delphacodes kuscheli (vector de MRCV) (adaptado de CASAFE, 2019).

Principio activo

Dosis

Uso

Gammacialotrina

30 cm3/ha

Durante la emergencia del coleoptile y repetir la misma dosis a los 5 días.

Lambdacialotrina

PC 25% CS: 35 cm3/ha

PC 5% CS: 170 cm3/ha

PC 5% EC: 175 cm3/ha

Emergencia del coleoptile y repetir la misma dosis a los 5 días.

Imidacloprid

PC 60%: 500 - 750 cm3/qq

PC 70%: 430 - 640 g/qq

Como curasemilla.

Bifentrin + Imidacloprid*

PC 5% + 25%: 400 cm3/ha

Aplicaciones foliares.

* Producto no registrado en Argentina.

 

Otras estrategias de manejo

Indudablemente, el manejo efectivo de Spiroplasma debe combinar múltiples estrategias, algunas ya mencionadas a las que se suman la nutrición balanceada del cultivo y diversidad en la secuencia de rotaciones. Otras estrategias efectivas son aquellas apuntadas a la reducción del inóculo y vector tales como: mantener el lote libre de maíz guacho 90 días antes de la siembra para evitar la fuente de inóculo de la enfermedad y que los adultos invernantes dejen descendencia para la siguiente campaña; acortar las ventanas de siembra y evitar siembras escalonadas.

La sinergia de estrategias de manejo, tanto en lo que respecta a la enfermedad como a su vector no solo preserva la productividad, sino también la sostenibilidad de los sistemas agrícolas.

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