5/11/25, 00:00
Perspectivas 2025 para el manejo de la chicharrita del maíz
Con una nueva gruesa en marcha, vuelve a destacarse la importancia del monitoreo y las estrategias integradas ante Dalbulus maidis. Analizamos cómo se perfila la campaña 2025 y las herramientas para un manejo más eficiente y preventivo.

De cara a una nueva campaña maicera, Juan Pablo Brichta (Agroadvance Technology) repasa la actualidad y las perspectivas del temido vector del virus Spiroplasma, Dalbulus maidis, y anticipa estrategias para no repetir la historia.
De las pérdidas al aprendizaje: situación actual del vector
La problemática de Dalbulus maidis no es nueva, pero en los últimos años su impacto económico se volvió evidente, impulsado por cambios en el clima, la expansión del maíz hacia nuevas regiones y la diversificación de fechas de siembra. En 2023, la combinación de alta presencia del vector y amplias ventanas de susceptibilidad derivó en fuertes pérdidas por spiroplasmosis y fitoplasmosis.
Al año siguiente, tras las enseñanzas que dejó esa campaña, las condiciones climáticas más frías y un manejo más riguroso del maíz guacho contribuyeron a reducir significativamente los casos.
Sin embargo, en 2025, con heladas más tardías y de menor intensidad, la ventana de riesgo vuelve a ampliarse, lo que obliga a reforzar la prevención y el monitoreo. Aún es incierto cómo evolucionará la campaña, pero el escenario demanda mantener la atención sobre la dinámica del vector y sostener las medidas preventivas aprendidas en los últimos años. ¿Recordamos lo sucedido?, ¿adoptamos lo aprendido?
¿El monitoreo actual es suficiente?
El monitoreo de la plaga es la piedra filosofal para planificar cualquier práctica de control. La elección del método de muestreo de la chicharrita depende principalmente del objetivo y la información que se desea obtener.
Existen diversos tipos de trampas, entre ellas las trampas cromáticas pegajosas, que son útiles para observar tendencias, pero presentan dos debilidades prácticas: (i) la señal es retardada respecto del inicio de colonización efectiva en plantas, y (ii) la correlación entre “capturas” y “daño” no es lineal en todos los contextos, lo que dificulta fijar umbrales de acción universales.
Por otro lado, las trampas por arrastre, es otro de los métodos que se utiliza para el monitoreo de esta plaga. En este caso, los datos obtenidos del número de adultos capturados correlaciona bien con los golpes que se realiza, pero el esfuerzo de muestreo debe ser ajustado al área a monitorear, a las circunstancias y al objetivo del estudio. No obstante, la eficacia de la misma depende de la hora en que se realice el muestreo, ya que la respuesta a la actividad del vector es directamente proporcional en función de la hora del día.
Dalbulus maidis es una especie poiquilotérmica, lo que significa que su temperatura corporal -y, por lo tanto, su actividad- fluctúa con la ambiental. Cuando las temperaturas promedio descienden por debajo de los 18 °C, su movilidad disminuye, reduciendo las capturas tanto en trampas cromáticas como con red de arrastre. En consecuencia, en condiciones frías o de baja población, es probable que los resultados del monitoreo subestimen la verdadera presencia del vector.
Si bien estas herramientas han sido fundamentales para avanzar en el conocimiento de la plaga (Fig. 1), los resultados muestran la necesidad de ajustar y complementar los métodos actuales con alternativas que aumenten la sensibilidad y oportunidad de detección.

Figura 1. Mapa de calor de la evolución de adultos de D. maidis capturados con trampas cromáticas adhesivas. Comparativa de monitoreos según mes entre los años 2024 y 2025. Fuente: Red Nacional de Monitoreo de D. maidis.
Nuevas técnicas de monitoreo
Frente a las limitaciones de los métodos tradicionales, se están explorando alternativas que mejoren la precisión y oportunidad del monitoreo y aporten más información para sumar al conocimiento del vector. Una de ellas es el uso de plantas vivas “centinelas” o “estabuladas”, que actúan como indicadores biológicos de colonización real. Estas plantas, mantenidas en condiciones controladas y ubicadas estratégicamente en el campo, permiten detectar la presencia activa del vector (adultos, ninfas o signos de alimentación), diferenciando eventos transitorios de vuelo de infestaciones efectivas. Este enfoque ofrece mayor sensibilidad y menor impacto ambiental, y podría convertirse en una herramienta práctica para el seguimiento del vector en distintos sistemas productivos.
Otra línea de investigación se orienta al desarrollo de feromonas específicas de atracción. Un estudio reciente de Embrapa y la Universidad de Brasilia identificó comportamientos de atracción entre machos y hembras de D. maidis, lo que abre la posibilidad de diseñar trampas más selectivas y coordinadas regionalmente. Si bien estas tecnologías aún no están disponibles comercialmente, representan oportunidades de mejora futura en la detección y manejo del vector.
Los pilares del manejo integrado
El manejo de D. maidis requiere una estrategia integral que combine, además del monitoreo efectivo, herramientas químicas, biológicas y culturales dentro de esquemas de Manejo Integrado de Plagas (MIP). Las condiciones climáticas pueden ayudar a reducir poblaciones, pero no son suficientes para sostener un control eficaz y estable en el tiempo.
Lugar de los biológicos
Las formulaciones a base de hongos entomopatógenos (Beauveria bassiana, Isaria sp.) y bacterias como Pseudomonas sp., se consolidan como opciones preventivas o de “barrera” cuando los modelos o el monitoreo anticipan incrementos de riesgo. Si bien su efecto sobre adultos móviles es menor que el de insecticidas de choque, contribuyen a reducir la presión epidemiológica, enlentecer el crecimiento poblacional y acortar la supervivencia del vector (Fig. 2). Además, disminuyen la presión de selección y mejoran los perfiles de inocuidad, aspectos cada vez más valorados por los mercados y certificaciones de sustentabilidad. Su eficacia depende de la calidad de formulación, condición climática (humedad/temperatura), cobertura y oportunidad de aplicación.
En el plano regulatorio, existen formulaciones biológicas aprobadas por SENASA y coadyuvantes compatibles con esquemas de MIP. Es fundamental revisar las etiquetas de cada producto para ajustar dosis, pH y dureza del agua, necesidad de coadyuvantes y compatibilidad con insecticidas/fungicidas y evitar mezclas con formulaciones alcalinas u oxidantes que reduzcan la viabilidad de los microorganismos. Se recomienda aplicar en horarios de menor radiación y ubicar los biológicos al inicio de las ventanas de riesgo o como refuerzo posterior a tratamientos químicos, apuntando a sostener la supresión poblacional en el tiempo.

Figura 2. Dalbulus maidis colonizada por hongos entomológicos. Fuente: Juan Pablo Brichta.
Agronomía de decisiones: siembra escalonada y heladas
Durante los inviernos de 2024 y 2025, en nuestro país se registraron condiciones frías con frecuentes heladas (Fig. 3), aunque con diferencias según zona y año. El invierno 2024 fue uno de los más rigurosos de las últimas décadas, con mayor frecuencia e intensidad de heladas que afectaron cultivos de invierno y redujeron la base invernal del vector.Este 2025, las heladas fueron algo menos frecuentes y más concentradas principalmente en junio y julio, lo que podría haber favorecido una supervivencia y recolonización más rápida de D. maidis.
La siembra escalonada diversifica fechas de emergencia y, por ende, amplía la ventana de susceptibilidad. En años con alta presión, esto expone lotes tardíos a mayor daño. La comparación 2024-2025 indica que el “servicio climático” de las heladas tempranas ayudó a deprimir poblaciones en 2024, mientras que en 2025 su menor frecuencia e intensidad prolongó el riesgo. Esto sugiere que la decisión de escalonar debe ponderar no sólo el régimen de lluvias y temperatura para rendimiento, sino también la fenología del vector y los eventos de mortalidad invernal. Concentrar ventanas o coordinar regionalmente fechas podría reducir la “continuidad verde” que el insecto aprovecha.

Figura 3. Comparativo del número de heladas e intensidad para las campañas 2024 y 2025. Fuente: Juan Pablo Brichta.
Maíz guacho y barbechos: cortar el puente invernal
El maíz voluntario es el principal hospedante invernal que sostiene poblaciones residuales del vector y de los fitopatógenos. La experiencia reciente muestra que, cuando el guacho se controla temprano y de forma sostenida, la presión inicial de la campaña desciende. En 2025, la persistencia de plantas voluntarias obligó a reforzar barbechos y elevó costos. Más allá del incremento puntual de insumos, el verdadero costo es epidemiológico: cada planta que sobrevive es un escalón de continuidad para el sistema vector-patógeno. Por ello, la recomendación es explícita: monitorear y controlar maíz guacho con prioridad sanitaria, con criterios de residualidad y rotación de modos de acción para no agravar resistencias en malezas.
Umbrales y toma de decisiones
Sería interesante avanzar hacia la definición de umbrales regionales y dinámicos, que contemplen las particularidades de cada zona y momento del cultivo. Una posibilidad es trabajar con umbrales escalonados, que orienten la toma de decisiones según el nivel de riesgo.
Por un lado umbrales de vigilancia, que activen refuerzos en el monitoreo y controles culturales. Por el otro, umbrales de prevención, que disparen el uso de biológicos o medidas de supresión de baja intensidad. Por último, umbrales de intervención, que indiquen la necesidad de aplicar herramientas de mayor impacto, priorizando selectividad y rotación de modos de acción.El desarrollo de modelos fenológicos y mapas de riesgo por fecha de siembra podría aportar información clave para construir tableros simples de decisión a nivel de lote.
Integración con objetivos de sustentabilidad
Reducir dependencia de químicos no significa prescindir de ellos, sino usarlos mejor: dosis correctas, momento adecuado y combinación con tácticas biológicas y culturales. El beneficio esperado es doble: menor presión de resistencia y mejor aceptación en cadenas de valor que ya ponderan perfiles de residuos y huella ambiental. Un programa de MIP bien diseñado para D. maidis es clave para avanzar hacia una producción de maíz más resiliente y sustentable.
Recomendaciones prácticas para esta campaña, por perfil de productor
Es claro que el manejo de D. maidis exige una estrategia integral y sostenida, basada en monitoreo temprano, corte de los puentes invernales y uso combinado de herramientas químicas, biológicas y culturales. La coordinación regional y la disciplina operativa son claves para reducir la presión del vector y prevenir nuevas situaciones de alta incidencia.
Para el caso de productores con siembras mayormente concentradas, se recomienda mantener una vigilancia intensiva desde el inicio del cultivo y sostener un control riguroso del maíz guacho. En el caso de siembras escalonadas: incorporar plantas centinelas y biológicos preventivos en los módulos más tardíos, y coordinar regionalmente las fechas de siembra. Con acciones coordinadas y decisiones basadas en información, es posible anticiparse a la dinámica del vector y minimizar su impacto, avanzando hacia un sistema de producción de maíz más estable y sustentable.
Antes de que te vayas,
¿te gustó este contenido?
¡Muchas gracias!
