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10/6/25, 00:00

Es posible una agricultura productiva y sustentable en el Gran Chaco

Así lo confirma el recién culminado proyecto Buenas Prácticas Agrícolas y Secuestro de Carbono en el Gran Chaco, el cual trabajó en el desarrollo de modelos innovadores de producción sustentable en la región.

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En la zona del Gran Chaco, la  producción agrícola convive con paisajes naturales, importantes aliados en la captura de carbono. En este contexto, con financiamiento de Land Innovation Fund, se llevó a cabo el proyecto Buenas Prácticas Agrícolas y Secuestro de Carbono, ejecutado durante tres años (2022-2025) por la Fundación ProYungas, AAPRESID de Argentina, y la Fundación Moisés Bertoni de Paraguay.

Partiendo de la premisa de que es posible valorizar los paisajes agrícolas cuantificando su carbono y biodiversidad, se trabajó en cinco sitios piloto (tres en Argentina y dos en Paraguay) los que en conjunto sumaron más de 145 mil hectáreas, de las cuales un 55% correspondía áreas naturales y 45% áreas productivas. 

En estos sitios se calculó la huella de carbono de la actividad productiva, el stock de carbono tanto en bosques como en suelos agrícolas y silvestres; se realizaron relevamientos de biodiversidad y se trabajó en comprender las relación entre el carbono y la biodiversidad presente. 

En función de la información relevada, se determinó una línea de base que permitió caracterizar cada sitio en forma particular, identificar acciones tendientes a la adicionalidad en carbono y biodiversidad, orientadas a la sustentabilidad general del sistema y a la formulación de proyectos de créditos de carbono. Se identificaron áreas potenciales para 3 tipos de proyectos que son: Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+), Gestión de Tierras Agrícolas (ALM) y Forestación, Reforestación y Revegetación (ARR).

Con un enfoque a escala de paisaje, esta iniciativa buscó promover la adopción de buenas prácticas agrícolas y el fomento de la conservación y restauración de la vegetación nativa en establecimientos productivos en la ecorregión, a fin de contribuir a la mitigación del cambio climático y la valorización del bosque. Se trabajó en un enfoque a escala de paisaje que incluyó el carbono y la biodiversidad en la toma de decisiones de negocio. 

En este sentido, el proyecto “Buenas Prácticas Agrícolas y secuestro de carbono” permitió el desarrollo y validación de una metodología integral de cuantificación de carbono de suelos que contemple tanto áreas productivas como áreas silvestres (naturales);  avanzar en la incorporación del carbono en suelo dentro de certificaciones existentes, facilitando la adopción por parte de productores; proponer prácticas específicas de manejo que integran los componentes natural y productivo y mejoran la salud del sistema; posicionar al sistema productivo sojero como potencial para la certificación de créditos de carbono.

A partir de la alianza estratégica entre organizaciones implementadoras y la colaboración de los productores, se abordó de manera integral los desafíos vinculados al análisis y la cuantificación del carbono de suelo en paisajes mixtos (agrícolas y silvestres), el carbono en áreas forestales (montes y cortinas) y su asociación con biodiversidad (mamíferos de mediano y gran porte) en Argentina y Paraguay. Adicionalmente se realizó un estudio de pre factibilidad que permitió disponer de la información de base para iniciar proyectos de créditos de carbono.

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El proyecto se desarrolló con base en la vasta experiencia del Programa Sistema Chacras de Aapresid y los más de 10 años del Programa Paisaje Productivo Protegido (PPP) de Fundación ProYungas. Estos impulsan la adopción de buenas prácticas agrícolas para la conservación y restauración de campos, así como el resguardo de bosques y pastizales naturales, atendiendo a las oportunidades de un comercio internacional cada vez más exigente en materia de producción agrícola sustentable, libre de deforestación y que contribuya a mitigar el cambio climático.

La capacidad de producir más con menor huella ambiental requiere de un abordaje holístico donde el diseño de los sistemas productivos tengan base en todos los aspectos de la sustentabilidad, promoviendo biodiversidad y generando resiliencia frente al cambio climático y otras adversidades. En este sentido, es muy importante que los productores vean las oportunidades de la conservación y aporten a la misma en sus propios ecosistemas. Y eso implica gestionar prácticas de mejora continua en los espacios productivos, y prácticas de protección en los espacios naturales.

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