26/3/22, 00:00
Si pronostican Niña, ¿fertilizo o no?
Ensayos de socios Aapresid en la zona de Bandera muestran por qué en años secos vale la pena apostar a la fertilización en maíz.
La campana 2021/22 estuvo marcada por una sequía que muchos querrán olvidar. Sin embargo, más allá del impacto negativo para los cultivos, otros lograron “sacarle jugo” y obtener información valiosa para estar mejor parados ante “futuras Ninas”.
Este fue el caso del Ing. Agr. Esteban Jauregui, socio Aapresid, miembro fundador de la Chacra Bandera del Sistema Chacras de Aapresid, y parte de la mesa técnica de la misma. Es asesor del establecimiento “El Tobiano”, ubicado a 7 km de Bandera, Santiago del Estero, y en la búsqueda de respuestas a la fertilización en maíz, halló algo superador: la importancia de invertir en el cultivo cuando los pronósticos son malos.
La fertilización justa, en el momento ideal
Una de las líneas de trabajo de la Chacra explora ajustar la nutrición de los cultivos para alcanzar los mayores rendimientos posibles, de una manera sustentable.
La mayoría de los productores zonales, realizan una fertilización incorporada unos 15-20 días antes de la siembra de gramíneas, principalmente por una cuestión de operatividad. Fertilizar a la siembra es complicado porque las superficies son muy grandes y se destina mucho tiempo a la carga de fertilizante, además de que durante la noche la humedad ocasiona que los mecanismos se traben. Si bien esta práctica es más eficiente que el voleo de urea, en la cual se pierde N por volatilización -con el impacto ambiental que esto significa-, “buscamos evaluar una práctica de manejo de la nutrición más eficiente, que permita evitar esa doble pasada, y así la compactación del suelo por tránsito de maquinaria y el picado excesivo del rastrojo”, remarcó Jauregui.
Es por ello que decidieron evaluar la fertilización de maíz en el momento de la siembra y en la línea de siembra, a través del uso de fertilizantes arrancadores de nutrición balanceada, que aportan P, K, Mg, S y Zn, además de N. Una característica no menor de este tipo de insumos, es que no generan problemas de fitotoxicidad al estar en contacto con la semilla.
Algunos datos del ensayo
Los lotes del establecimiento se caracterizan por tener suelos profundos, bien drenados y provistos de materia orgánica. Además, llevan más de 20 anos de agricultura en siembra directa y 10 anos de rotaciones con gramíneas y leguminosas.
En cuanto a fechas, el maíz fue sembrado a mediados de septiembre, algo inusual para la zona, donde prevalecen las siembras tardías. El lote venía de un antecesor trigo/soja de segunda, donde ambos cultivos rindieron 4600 kg/ha y la soja se cosechó en mayo.
Puntualizando en la fertilización, se evaluaron dos dosis -140 y 280 kg/ha, definidas en función del previo análisis del suelo-, y se comparó con un testigo sin fertilizar. También se midió agua útil hasta los 2 m.
En las buenas, y en las malas mucho más
“Con la dosis más alta tuvimos menos plantas implantadas. Esto se debe a que hubo un efecto de competencia fertilizante-planta en el surco por la humedad inicial, porque el fertilizante es higroscópico”, destacó Jauregui. A pesar de ello, bajo este nivel de nutrición se obtuvo el mayor rendimiento, unos 6000 kg/ha. Esta mayor respuesta puede atribuirse al menor stand de plantas, a la mayor dosis de fertilizante o a una interacción entre ambas, un interrogante por resolver.
Sorpresivamente, el aporte más valioso del ensayo vino por el lado de la dosis más baja. “En anos normales, la diferencia entre el testigo y la dosis más baja es menor, ya que la mineralización del carbono orgánico del suelo aporta N al cultivo”, comentó. Sin embargo, este aporte se frena en anos secos debido a la caída de la humedad. Dicho fenómeno acentuó la diferencia de rinde entre el maíz fertilizado vs. sin fertilizar, que fue de un 23% en favor del primero (5.326 contra 4.330 kg/ha, respectivamente).
Aquí vale la pena destacar la importancia de apostar a la nutrición de los cultivos en anos que se pronostica Nina. “En anos secos el productor no fertiliza porque no espera tener potencial de rinde. Sin embargo, este aporte es el único que va a tener el cultivo”, resaltó Jauregui. Y agregó que cuando se aporta N a una gramínea, esta se hace más eficiente en el uso de agua útil del perfil y lo convierte mejor en rendimiento, un detalle particularmente interesante cuando hay escasez de precipitaciones y el agua es únicamente aportada por el suelo.
“A pesar de las implicancias climáticas, que afectaron de manera negativa al cultivo, las respuestas a la fertilización fueron buenas y nos permiten pararnos de otra manera ante una próxima situación de sequía”, concluyó Jauregui. En cuanto al ajuste de la fertilización de los cultivos santiaguenos, quedan interrogantes por resolver y la Chacra Bandera continuará explorando en tecnologías que permitan hacer una producción cada vez más sustentable.
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