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1/7/25, 00:00

Cuando romper no es la solución: efectos de la labranza ocasional sobre las malezas tras 20 años de siembra directa

¿Vale la pena romper un suelo con décadas de historia en directa para controlar malezas? Un estudio de la FAUBA encontró respuestas contundentes que invitan a repensar estrategias de control desde un enfoque sistémico.

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Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan actualmente los sistemas bajo siembra directa (SD) es la proliferación de malezas resistentes que compiten por los recursos y generan pérdidas económicas afectando rendimientos, la calidad de granos, e incrementando los costos.

La SD, con cobertura permanente y sin remoción, puede dificultar la emergencia de ciertas malezas. Sin embargo, ese mismo entorno puede generar un ambiente propicio para otras especies de malezas, desafiando las estrategias de manejo. Ante esto, algunos productores suelen recurrir a labranzas ocasionales bajo el supuesto de que el disturbio asociado a romper el suelo puede ser una herramienta efectiva para el control de malezas problemáticas asociadas a la directa

Para poner a prueba esta hipótesis, el especialista Fernando Oreja de la Universidad de Clemson (Estados Unidos), junto a otros colegas de la FAUBA, llevaron a cabo un ensayo en el cual se evaluaron los efectos de la labranza ocasional en lotes de más de 20 años de siembra directa en Carlos Casares, en el centro de la provincia de Buenos Aires.

Los detalles del estudio

El trabajo, publicado recientemente en la revista internacional Agronomy, tuvo como objetivo evaluar el impacto de la labranza ocasional en la composición del banco de semillas de malezas y su distribución vertical en el perfil del suelo

El banco de semillas actúa como reservorio de infestaciones futuras y está influenciado por la profundidad, textura del suelo, humedad, temperatura y actividad microbiana. Por ende comprender su dinámica es clave para diseñar estrategias de control efectivas. En este contexto, la labranza ocasional podría pensarse como una alternativa para modificar la dinámica de aquellas especies de difícil manejo y reducir la presión de selección, aunque sus efectos deben entenderse considerando los flujos ecológicos y el papel del banco de semillas como reservorio y fuente de futuras infestaciones.

El experimento se realizó en un campo agrícola con más de 20 años de SD continua. Se establecieron tres repeticiones de parcelas apareadas con dos tratamientos: SD continua y labranza ocasional con rastra de discos a 15 cm de profundidad en dos momentos, agosto de 2022 y en abril de 2023

Las muestras de suelo se recolectaron en tres profundidades: 0–5, 5–10 y 10–15 cm. Se identificaron las emergencias de plántulas durante ocho semanas bajo condiciones semicontroladas y se calcularon riqueza de especies (nº de sp. de malezas), abundancia (densidad de plantas -nº pl/0.25 m2-) y frecuencia (nº de veces que una sp. estaba presente en cada muestreo de la parcela) para evaluar los efectos del laboreo ocasional comparado con la ausencia de laboreo, la profundidad del suelo y la variabilidad interanual. Además, con los datos obtenidos se realizó un análisis de componentes principales (PCA) para explorar patrones de composición florística, es decir de especies de la comunidad de malezas.

¿Cuáles fueron los resultados?

En este estudio no se encontraron diferencias significativas en cuanto a la riqueza de especies y abundancia media de malezas entre SD y labranza ocasional. Es decir que esta última práctica no resultó efectiva para modificar dichos parámetros de la comunidad de malezas en las dos campañas evaluadas

No obstante, los resultados indican que tanto la riqueza como la abundancia de especies sí presentan variaciones marcadas entre el año y la profundidad, sobre todo en la capa de 0-5 cm (Fig. 1 y 2). 

Si se analiza según el año, en 2022 se observó una mayor riqueza de especies (12 especies) (Fig. 1) y abundancia (1693 plántulas por 0.25 m²) que en el 2023 (3 especies y 863 plántulas) (Fig. 2) debido principalmente a condiciones de extrema sequía que hubo en este segundo año. 

En cuanto a la profundidad del suelo, la capa 0–5 cm concentró la mayor riqueza de especies (14 en 2022 y 4 en 2023) (Fig. 1) y abundancia (un 59% con 2996 plantas por 0.25 m−2 en 2022 y 1867 plantas por 0.25 m−2, 62% en 2023), seguido por la capa de 5–10 cm (29% y 36%) y finalmente la capa de 10–15 cm (con 12 y 2% respectivamente) (Fig. 2).

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Figura 1. Riqueza (Richness) en el año 2022 (barras verdes) y 2023 (barras azules) en las diferentes profundidades de suelo (0–5 cm, 5–10 cm, y 10–15 cm). Letras distintas sobre las barras indican diferencias significativas. Fuente: Oreja et al. (2025).

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Figura 2. Abundancia (Abundance) (plantas/0.25 m2) en el año 2022 (barras verdes) y 2023 (barras azules) en las diferentes profundidades del suelo (0–5 cm, 5–10 cm y 10–15 cm). Letras distintas sobre las barras indican diferencias significativas. Fuente: Oreja et al. (2025).


El
análisis de componentes principales (PCA) reveló diferencias claras entre tratamientos y profundidades. Se observó que la labranza ocasional redistribuyó semillas desde la capa superficial hacia capas más profundas (5–10 y 10–15 cm) -especialmente en el año 2023-, alterando la composición florística en comparación con la SD, que favoreció la acumulación de especies anuales de hoja ancha en la superficie. 

En general. en el año 2022, algunas especies, como Chenopodium album ‘quinoa’, Echinochloa sp. ‘capín’ y Amaranthus hybridus ‘yuyo colorado’, mostraron una frecuencia de más del 80% en todos los tratamientos, indicando que estas especies estaban presentes en la mayoría de los muestreos. Mientras que en 2023, este grupo se limitó a Lepidium didymum ‘mastuerzo’, Stellaria media ‘capiquí’ y Dichondra repens ‘oreja de ratón’.

Las especies que asociadas con labranza ocasional en 2022 fueron: Datura ferox ‘chamico’, Poa annua ‘pastito de invierno, Lythrum hyssopifolia ‘hierba del toro’, Setaria parviflora ‘baraval, colita de zorro’ y Rumex crispus ‘lengua de vaca’; y para el año 2023, Veronica peregrina ‘verónica’. En contraste, para ese mismo año, sólo en las parcelas en SD estuvieron presentes: Portulaca oleracea ‘verdolaga’, Sesuvium americanum ‘verdolaga del salitral’, Medicago lupulina ‘lupulina’ y Polygonum sp.; y en 2023: Heliotropium curassavicum ‘cola de gama’, M. lupulina y Trifolium repens ‘trébol blanco’. 

También se observaron diferencias en la composición florística entre las profundidades del suelo; por ejemplo, Sonchus oleraceus ‘cerraja’, Vicia villosa ‘vicia’, Conyza bonariensis ‘rama negra’ y Carduus thoermeri ‘cardo pendiente’ estaban presentes solo a 0–5 cm, independientemente de la labranza.

Para el año 2023, el PCA explicó diferencias de composición específica entre las profundidades y los sistemas de manejo. La profundidad de 0–5 cm se asoció con S. media, C. bonariensis, V. villosa y P. annua. Las profundidades de 5–10 y 10–15 cm se asociaron con M. lupulina, D. repens y H. curassavicum. La SD fue favorable para H. curassavicum y C. album, mientras que la labranza ocasional mostró una mayor abundancia de V. peregrina, L. didymum y especies originalmente asociadas con la capa superior del suelo incluyendo P. annua y V. villosa.

Romper el suelo no es la solución al problema de las malezas

Los resultados indican que no todas las especies responden de manera similar a la labranza. Dos pasadas ocasionales de labranza afectaron la redistribución vertical y la composición de especies del banco de semillas, en lugar de causar una reducción sustancial en la riqueza o abundancia total del banco de semillas, como generalmente se busca en las estrategias de manejo.

Otra de las enseñanzas del trabajo es que las comunidades de malezas estaban concentradas y emergieron desde los primeros 5 cm del suelo. Algunas especies, como Datura ferox, una maleza que supo ser muy problemática en lotes de soja antes de la SD, respondieron a la labranza al exponerse a la luz, mientras que especies como Amaranthus hybridus o Echinochloa sp. mantuvieron patrones estables más allá del tratamiento. 

Estas malezas problemáticas son frecuentes y competitivas, con casos de resistencia a herbicidas en Argentina. Su aparición constante es un llamado de atención a la necesidad de enfoques integrados sin que la labranza ocasional sea una solución.

Reflexiones finales: mirar más allá del simple control de malezas

La mayor abundancia de semillas y la riqueza de especies observadas en las capas superficiales, incluso con labranza ocasional, destacan el papel de esta sección del banco de semillas en las estrategias de manejo de malezas. Dentro de esta, coexisten especies dominantes y problemáticas como otras que, bajo ciertos contextos productivos, pueden no afectar el rendimiento e incluso aportar beneficios ecosistémicos. 

La base del éxito en el manejo racional de malezas radica, por un lado, en poder adelantarse incluyendo todas las prácticas que eviten que las malezas difíciles ingresen al lote o las eliminen antes que sus poblaciones alcancen magnitudes importantes. Por otro lado, es fundamental brindarle un ambiente favorable al cultivo y malo para las malezas

La intensificación y diversificación de las rotaciones bajo SD no solo ayudará al manejo de las malezas, sino que aporta otros beneficios como proteger al suelo de la erosión, aumentar la actividad biológica, el contenido de compuestos orgánicos y la fertilidad, mejorar la capacidad de retención de agua, romper los ciclos de plagas perjudiciales, entre otros. La salud del suelo es vital para sostener la producción, la ciencia nos impulsa a repensar estrategias desde un enfoque sistémico, sin perder de vista los principios de la agricultura sustentable.

 

Esta nota se realizó en base al siguiente artículo:

Oreja, F., Torcat-Fuentes, M., Barrio, A., Schiavinato, D. J., Rosso, V. & de la Fuente, E. (2025). Weed seedbank changes associated with temporary tillage after long periods of No-Till. Agronomy 15(6), 1410. https://doi.org/10.3390/agronomy15061410

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