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3/11/23 00:00

Soja 22/23 en Córdoba: la peor campaña de los últimos años

Las Regionales del Nodo Oeste de Aapresid analiza las estrategias que mejor funcionaron ante la Niña y recomienda cómo encarar la campaña que se viene.

cuerposojacordoba

Con más de 90.000 hectáreas relevadas en las 5 regiones agroclimáticas de la provincia de Córdoba, las Regionales del Nodo Oeste de AAPRESID presentaron, como cada año, su análisis de campaña de soja 22/23. El mismo puso el foco en descubrir las estrategias de manejo en soja que mejor funcionaron en cada zona en un año dominado por múltiples estreses ambientales. 

En el marco de una de las peores campañas en los últimos 5 años, Marcos Murgio (INTA Manfredi) expone los escenarios de las adversidades que afectaron a la región, las principales conclusiones y algunas recomendaciones para la campaña que se viene.

Escenario de película: sequía, heladas, ola de calor, granizo y fuego.

La Niña de los últimos años dejó su huella, y la última campaña no fue la excepción. Al fuerte estrés hídrico se sumaron eventos de heladas a mediados de febrero, y un verano con temperaturas extremas. El combo fue explosivo para la mayoría de los cultivos y también la soja vió resentido su desarrollo alcanzado unos 20 qq/ha promedio en el Nodo comparados con los 35 o 40 qq/ha esperables para la región.

La pasada campaña no solo se caracterizó por escasas lluvias durante el ciclo del cultivo sino también por una baja disponibilidad de agua para la siembra. Este combo resultó fatal ya que las escasas lluvias no lograron compensar la alta demanda y evapotranspiración del cultivo que, como si esto fuera poco, estuvo también expuesto a altas temperaturas.

En relación con esto último, las altas temperaturas en R3-R5.3 o R5.5 afectaron la fijación de vainas (una etapa donde el cultivo es altamente sensible a temperaturas mayores a 26°C). Comparando la 22/23 con las tres campañas anteriores, hubo mayor cantidad de horas de calor y temperaturas estresantes que fueron particularmente importantes a fin de febrero y principio de marzo, coincidentes con el período crítico (PC), que es cuando los destinos empiezan el llenado activo y se incrementa la competencia entre granos, aumentando la probabilidad de abortos. 

Volviendo al estrés hídrico, la falta de agua también afectó la biomasa generada por el cultivo, que ante deficiencias hídricas tiende a reducir su área foliar como mecanismo de defensa. Este fenómeno se traduce en menos hojas y menos ramificaciones en estadios tempranos y aumento de la senescencia en estadíos tardíos. 

En 22/23 esas reducciones de biomasa afectaron fuertemente los rindes cuando ocurrieron entre R4-R6, un período particularmente sensible y de alta demanda asimilados por parte de vainas y granos en formación. En esta etapa, se afectó la tasa de producción de vainas diarias y el número final. Otro factor que se vio comprometido por el estrés fue la eficiencia de fijación biológica de nitrógeno, fenómeno de alta sensibilidad al estrés hídrico.

Estrategias escudo: fechas de siembra, grupos de madurez y agua a la siembra

Si bien no hubo una estrategia de manejo ganadora ya que en todas las zonas los estreses tuvieron diferentes efectos en la reducción del rinde, hay ciertos indicios que pudieron haber sido acertados. 

Tal es el caso de aquellos lotes que entraron con mayor humedad a la siembra o con el suelo a capacidad de campo que pudieron tener un mejor arranque e implantación ayudando al logro de un stand de plantas adecuado. 

El ingeniero menciona que una medida de manejo que puede servir en años con primaveras secas seguidas de pronósticos de mejora en la oferta hídrica, es reducir el distanciamiento del cultivo que permite mejorar la captura de radiación. Pero a no fiarse: si los pronósticos fallan, esta estrategia puede volverse en contra por un consumo anticipado de agua. 

Lo importante en estas campañas es considerar las dos variables de manejo claves que son: fecha de siembra (FS) y la elección de grupos de madurez (GM) y variedades. Aquellos lotes sembrados en ambientes con reservas de agua a la siembra tuvieron mejor comportamiento con FS tempranas y GM cortos; mientras que en ambientes sin agua y temperaturas extremas pareciera que las FS tardías y GM largos fueron las que mejor respondieron.

De cara a la campaña que se viene, y con un “Niño que se hace desear”, el especialista recomendó: planificar lote a lote, medir agua a la siembra y altura de napa, chequear pronósticos climáticos a corto y mediano plazo, y seleccionar estratégicamente FS y GM para escapar a estreses en período crítico.

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