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1/2/22, 00:00

Yuyo colorado: más vale tarde que nunca

Esta maleza compleja, por sus características y por el incremento de la superficie con poblaciones con resistencia, exige prácticas de manejo bien planificadas y de elevada eficacia.


Escape de Yuyo colorado en cultivo de soja. Las herramientas en este caso son pocas, siendo lo aconsejable el control manual para evitar el aporte al banco de semillas del suelo.

Como es bien sabido, en nuestro país el yuyo colorado (Amaranthus spp.) presenta resistencia a herbicidas del grupo de los inhibidores de los ALS, a glifosato, a hormonales y también existen biotipos con resistencias múltiples, es decir, a la combinación de más de uno de estos activos.

Aspectos generales de la maleza

Por sus características de desarrollo, el yuyo colorado es una excelente competidor, ya que posee una elevada tasa de crecimiento -entre 3 a 4 cm/día-,  generando una abundante biomasa en un corto período de tiempo. Posee gran eficiencia en la captura de recursos del suelo, explorando más superficie y extrayendo más agua que los cultivos estivales. Además, presenta un patrón de emergencia muy extendido, con dos flujos bien marcados en primavera (septiembre-diciembre) y verano (enero-febrero), coincidente con el ciclo de los cultivos estivales. A esto se le suma una elevada producción de semillas y  una gran capacidad para dispersarse.

El último mapeo de REM de la presencia de malezas resistentes y su abundancia en el actual sistema agrícola argentino, da cuenta de la problemática que acarrea el manejo de Amaranthus, siendo la maleza estival de mayor dispersión y abundancia. La misma acapara más de 24 millones de hectáreas, de un total de 29 millones relevadas y con un aumento del 15% respecto al relevamiento de 2019. Dada esta rapidez en la dispersión, las poblaciones deberían ser tratadas como resistentes a glifosato y ALS, si bien no todas son resistentes a ambos activos.


Mapas REM de evolución y dispersión de la abundancia de Amaranthus resistente a glifosato en Argentina 2017, 2019 y 2021. Disponible acá.

Para problemas complejos, no hay soluciones sencillas

Es importante comprender que no es posible controlar ésta maleza sólo con herramientas químicas, sino que las estrategias deben abarcar medidas de manejo integradas, a fin de reducir los flujos de emergencias y evitar su diseminación.

En este sentido, un programa de manejo integrado de malezas debe incluir un frecuente y prolijo monitoreo, una precisa identificación de las malezas en estadios tempranos y la implementación de prácticas complementarias a las químicas, dentro de las cuales podemos destacar: 

  • Rotación de cultivos: permite interrumpir el ciclo de la maleza y una adecuada rotación de herbicidas con distintos mecanismos de acción;

  • Incorporar cultivos de servicio al sistema: contribuye a suprimir la emergencia de yuyo colorado, tanto por temperatura, luminosidad y como barrera física de emergencia; 

  • Darle ventaja competitiva a los cultivos respecto a las malezas: a través de la selección de variedades, la utilización de semilla no contaminada, siembras con arreglos espaciales ventajosos -con acortamientos de la distancia entre surcos-, ajustes en la fecha de siembra y buena nutrición; 

  • Control mecánico manual: a través de la extracción de individuos que se hayan escapado al control químico, evitando de esta manera que semillen y contribuyan al banco de semillas de la maleza en el lote para campañas posteriores; 

  • Limpieza de todo equipo que trabaje dentro del lote: principalmente cosechadoras que puedan provenir de lotes problemáticos. 

La clave para el uso de postemergentes, es no tener que usarlos

Dado el momento actual de la campaña, donde gran parte del partido ya está jugado y cada uno sabe cómo viene su score, la estrategia se centrará en acciones de elección de herbicidas postemergentes, y de rescate para esas situaciones donde la residualidad -por diferente motivos- quedó corta y existen “escapes” dentro del ciclo del cultivo estival, que pueden afectar significativamente el rendimiento, y por ende el resultado económico de la campaña.

Cabe destacar que cuanto más competitivo sea el cultivo y más efectivos sean los herbicidas residuales aplicados en presiembra/preemergencia, existirán menos probabilidades de necesitar aplicaciones postemergentes, y ese debe ser, justamente, el objetivo: tratar de evitar las aplicaciones postemergentes para yuyo colorado. ¿Por qué? Porque, en principio, los resultados obtenidos no siempre son los deseados, alcanzando usualmente  valores de control del 60%. Por otro lado, las opciones de herbicidas disponibles para esta situación son escasas, especialmente en soja,  y también varios de los activos a utilizar generan cierta fitotoxicidad en el cultivo, aún cuando se usan en dosis recomendadas para lograr un control aceptable de la maleza. 

Para el cultivo de soja, los herbicidas postemergentes disponibles pertenecen casi exclusivamente al grupo de los PPO: fomesafén, lactofén y acifluorfén, destacándose los dos primeros en eficiencia de control. Otras opciones  disponibles son: el benazolin  y el 2,4DB, herbicidas del grupo de los Hormonales; y el bentazon y bromoxinil, que pertenecen al grupo del FSII. Estos complementan a los de contacto PPO, sin embargo su eficacia es baja cuando se los emplea como único herbicida de control. 

Por otro lado, cabe mencionar que actualmente los activos del grupo de los PPO también se están aplicando de manera generalizada en la siembra como preemergentes (Ej: flumioxazin, sulfentrazone), provocando una alta presión de selección que podría conducir de forma inevitable a la falla del herbicida.

Activos para el control de Yuyo colorado en postemergencia de soja

PPO

Fomesafén

Lactofén

Acifluorfén

Hormonales

Bentazon

2,4 DB

FSII

Benazolin

Bromoxinil

 

Un caso diferente es en la utilización de sojas con tecnologías Enlist, que son portadoras de rasgos que les permiten tolerar aplicaciones de 2,4-D, glifosato y glufosinato de amonio, siendo una alternativa que viene a sumar en el manejo, una herramienta más a la que se debe cuidar con su buen uso para que dure el máximo tiempo posible sin manifestación de biotipos resistentes a estos activos. 

Lo fundamental de esta práctica, y que no puede soslayarse, es que el éxito del control en las aplicaciones depende de tres factores:

  • El tamaño de la maleza: Es sumamente necesario realizar aplicaciones en estadios  iniciales del desarrollo de la planta,  y que no superen los 8 cm de altura o 2 a 3 hojas. La alta tasa de crecimiento puede provocar el fracaso de una acción de rescate, ya que en solo un par de días las plantas pueden superar el umbral de tamaño deseado.

  • Las condiciones ambientales: Una alta evaporación al momento de la aplicación interfiere en  la llegada del producto al objetivo, y por ende, en el control alcanzado. Además, las condiciones de estrés ambiental, hacen que al cultivo se le dificulte recomponerse de la aplicación, en el caso de que exista fitotoxicidad.

  • La calidad de aplicación: Debe adecuarse la tecnología de aplicación para alcanzar las necesidades mínimas que requieren  los  herbicidas de contacto,  60 impactos/cm2. Además del uso de tensioactivos que permitan aumentar el área de mojado del follaje.

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