1/7/25, 00:00
¿Malezas que potencian los rindes?
Un proyecto multidisciplinario a nivel global desafía el paradigma instalado y estudia malezas pueden convivir con los cultivos sin afectar el rinde e, incluso, beneficiar el sistema productivo.
Capiquí entre los surcos. ¿Maleza o aliada del agroecosistema?
En un contexto donde la agricultura enfrenta el desafío de producir más con menos impacto, el proyecto Neutraweed emerge como una iniciativa pionera para repensar el rol de las malezas en los agroecosistemas. Coordinado por el investigador italiano Marco Esposito, y con la participación exclusiva de Aapresid y la Universidad de Buenos Aires (UBA) como únicas representantes de Latinoamérica, este consorcio internacional busca demostrar que es posible convivir con comunidades de malezas sin sacrificar rendimiento ni biodiversidad.
Tras una primera experiencia de intercambio en Europa —donde Aapresid compartió conocimientos en el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC) de Madrid—, ahora ponemos el foco en comprender la ciencia detrás de las Comunidades de Malezas Neutrales (CMN) y su potencial para transformar el manejo agrícola.
¿Y si algunas malezas no fueran un problema?
En lugar de apuntar a eliminar toda presencia de malezas, la propuesta de Neutraweed invita a mirar el lote con otros ojos. ¿Y si algunas malezas no fueran enemigas? Hay comunidades que no afectan el rendimiento e incluso pueden sumar beneficios: atraer polinizadores, mejorar la estructura del suelo o hasta contribuir a la calidad del cultivo.
A este grupo se lo conoce como “malezas neutrales”, y distintos trabajos científicos vienen respaldando su rol dentro del sistema. Un artículo reciente publicado en Weed Science (Esposito et al., 2024) las define como comunidades cuya abundancia no reduce significativamente la productividad del cultivo.
“El concepto de CNM propone ver las comunidades de malezas desde otra perspectiva, revelando los principios ecológicos que regulan sus interacciones con los cultivos. Por lo tanto, el establecimiento de CNM puede incluso traer efectos positivos, como el aumento de la biodiversidad, los servicios ecosistémicos de las malezas, y una reducción significativa en el uso de herbicidas y de labranza del suelo”, explicó Esposito en diálogo con la revista Malezas.
¿Qué dice la evidencia científica?
La evidencia recopilada por Esposito y equipo en su artículo muestra que ciertas comunidades de malezas, incluso cuando alcanzan densidades elevadas, no afectan el rendimiento del cultivo si están compuestas por especies poco competitivas o funcionalmente complementarias.
Por ejemplo en Francia, un ensayo de tres años en cereales de invierno identificó comunidades con niveles de biomasa y densidad similares a los de comunidades problemáticas, pero sin impacto negativo en el rendimiento. Estas estaban dominadas por especies como el popular capiquí (Stellaria media) y la verónica (Veronica persica).
En Suecia, un seguimiento de 26 años permitió clasificar las malezas en “benignas” o “perjudiciales”. El capiquí y Polygonum convolvulus resultaron inocuas, mientras que Galeopsis spp. sí mostró efectos negativos. En el Reino Unido, el capiquí fue incluso calificado como “muy deseable” por su aporte a la biodiversidad.
También en Italia se observaron resultados similares. En ensayos con trigo, comunidades con entre 28 y 46% de cobertura de malezas no redujeron el rendimiento cuando predominaban especies poco agresivas como Anthemis arvensis, una manzanilla silvestre.
Fuera de Europa, en India, la leguminosa Indigofera cordifolia incrementó el rendimiento de mijo y sésamo en un 19,8 y 22,4% respectivamente. Además, una experiencia en cereales de invierno mostró que una mayor diversidad de malezas ayudó a reducir la dominancia de especies más agresivas, lo que se tradujo en una reducción del 23% del impacto negativo sobre el rendimiento y del 83% en la biomasa total de malezas.
Esto prueba que no es la cantidad de malezas lo que determina su efecto sobre el cultivo, sino qué especies las componen. La diversidad funcional, es decir, la complementariedad en la ocupación del nicho ecológico, puede marcar la diferencia entre una comunidad ‘perjudicial’ y una que sume al sistema.
¿Cómo bajar estos conceptos al lote?
Frente a este nuevo enfoque, Neutraweed propone dos líneas de acción:
- “Diversificar para convivir”, mediante el manejo integrado de malezas, la rotación de cultivos y un enfoque regenerativo de la fertilidad, con el objetivo de promover una mayor diversidad funcional.
- “Tecnología para decidir”, apelando a herramientas emergentes como inteligencia artificial, robótica y biotecnología para realizar un manejo específico por especie, eliminando sólo aquellas malezas altamente competitivas y conservando las que aportan equilibrio al sistema.
Ensayos muestran que las rotaciones con leguminosas y cultivos de servicios reducen la dominancia de especies problemáticas como Amaranthus sp. o Lolium sp., favoreciendo la aparición de malezas menos agresivas. También se están desarrollando algoritmos de inteligencia artificial capaces de identificar, en tiempo real, qué malezas conviene eliminar —por ejemplo, aquellas que compiten por nitrógeno en momentos críticos— y cuáles conviene preservar, como aquellas que atraen polinizadores.
Incluso se están probando prototipos como de robots o drones, que remueven selectivamente malezas específicas, reduciendo significativamente el uso de herbicidas. A esto se suma el desarrollo de herramientas de interferencia por RNA (RNAi), capaces de silenciar genes en determinadas especies sin afectar el cultivo ni otras plantas del sistema.
Neutraweed en Argentina
En nuestro país, con el 90% de la superficie agrícola bajo siembra directa, Aapresid avanza en la validación de estos conceptos mediante la Red de Manejo de Plagas (REM) y el programa Sistema Chacras.
“El objetivo es contrastar el enfoque local con realidades como la de España, donde la labranza convencional juega un rol relevante para el desarrollo de comunidades neutrales”, comenta Lina Bosaz, de Sistema Chacras de Aapresid, una de las Agrónomas que estuvo recientemente en España conociendo acerca de este proyecto.
Y agrega: “además las condiciones ambientales y el manejo agronómico de los cultivos son muy diferentes en contextos como el europeo o el indio. Con lo cual, es difícil extrapolar los resultados observados en esas situaciones al escenario argentino, por lo que es clave seguir investigando estas comunidades y sus efectos a nivel local”.
Lina Bosaz es una de las especialistas de Aapresid que estuvo en España conociendo acerca de este proyecto.
Más allá de esto, la experiencia abre una puerta interesante: lejos de promover un ‘descontrol’ de malezas, Neutraweed busca identificar malezas neutrales o beneficiosas para manejarlas con precisión. En un país con problemas crecientes de resistencia a herbicidas y degradación del suelo, esta propuesta representa no solo una reducción de costos, sino una oportunidad para avanzar hacia sistemas más sustentables.
“El futuro está en entender a las malezas no como enemigas, sino como indicadoras de salud del sistema”, concluye Bosaz. Con respaldo científico y herramientas digitales, estamos listos para liderar este cambio.
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